viernes, 22 de junio de 2012

LAS CAMPANAS, PRESERVADORAS DE LA MEMORIA



Parroquia San Juan Bautista, Mondragón
Hubo una época en que el ritmo de los mediodías de verano en Mondragón lo ponía el toque de la denominada letxuga-kanpaia (campana lechuga) Cuando los obreros estaban a punto de salir de la fábrica, desde la torre de la iglesia un repique especial recordaba a las mujeres que en breves momentos llegarían a la mesa sus maridos, quienes  tras frugal y rápida comida volverían a sus puestos de trabajo. Al escuchar el sonido de la campana, las mujeres que se esforzaban en los lavaderos públicos por sacar la última colada corrían hacia sus casas para arrimar el puchero al fuego o preparar la ensalada.

Las campanas han marcado los biorritmos de nuestra sociedad. Y como nos muestra el ejemplo que he puesto, no solamente en las áreas rurales, si bien es cierto que las campanas han “mandado” de modo especial sobre los habitantes del campo, quizás por mayor proximidad o porque el nivel de sometimiento era más acentuado. O por las dos razones a la vez.

Las campanas de esta tarde  me han traído el acostumbrado mensaje sabatino, con su tradicional cadencia. Me ha parecido un repique frío. Está demostrado que el estado anímico de cada uno incide en el modo de recepción del contenido del mensaje, y dos cartas escritas en un mismo sentido pueden ocasionar reacciones encontradas en quien las recibe. El toque campanil de esta tarde no me ha producido ninguna buena vibración. Por el contrario, mi espíritu se ha ensombrecido, como si el sonido me hubiera transmitido una especie de choque inexplicable entre un  pasado lejano y un hoy inalcanzable.

Iglesia San Esteban, en  el barrio Udala de Mondragón
El campaneo de este sábado tarde ha vuelto a encender en mí una sensación de anacronismo, reafirmándome el mensaje llegado desde la torre en que en la actualidad el mismo no significa absolutamente nada en mi vida espiritual. Las campanas, al fin y al cabo, han sido los relojes de la vida sagrada de nuestros pueblos y el recordarlo me convence de que hoy en día están de sobra, ya que el rezo de las vísperas y del rosario vespertino son fósiles sin capacidad de encender ningún tipo de sentimiento. 
Los toques de campanas, por lo tanto, son inútiles manifestaciones si los consideramos como indicadores de usos sagrados. Podrían tener sentido, sin embargo, como preservadoras  de la memoria histórica. Analizándo desde ese punto de vista el sonido más lúgubre de una campana puede convertirse en sonido alegre. Para que mi espíritu no se ensombrezca, en adelante quitaré al mensaje de las campanas toda connotación religiosa. De esta manera creo que se me harán mucho más agradables. Y, seguro, que necesarias.

Traducción del artículo que escribí en euskera  en mi blog ETORKIZUNA ETORKIZUN el  2 de abril de 2012

viernes, 15 de junio de 2012

YURI GAGARIN


Yuri Gagarin
Como seguramente los más jóvenes no lo conocerán,  he de aclarar que ese nombre quedó grabado en su día con letras al fuego y que corresponden a la persona que realizó la primera vuelta alrededor de la órbita de nuestro viejo planeta. Era soviético y sucedió el 12 de abril de 1961, en un momento en que la cada día más insostenible guerra fría entre norteamericanos y “rusos” había alcanzado cotas inimaginables, resultando que con aquel logro cosmonauta los súbditos del Kremlin se adelantaban a los forofos del Tío Sam.

El viaje no duró más de una hora y cuarenta y ocho minutos y nada más volver a poner los pies en la tierra Gagarín se soltó el pelo anunciando que no había visto a Dios entre las estrellas. Así de sencillo.

Han transcurrido treinta años desde aquella hazaña y el mundo sigue siendo mundo. El pionero Gagarín dio paso a otros muchos más astronautas en la carrera cósmica –como se le denominaba en la época- y los viajes espaciales se han multiplicado, como todo el mundo lo sabe. El Vostok I quedó arcaico hace tiempo, reducido a historia por aquello de las tecnologías que avanzan que es un primor. Nuevos y rompedores proyectos superan cada día las marcas anteriores y todos tan contentos. A los hombres y mujeres nos llenan de estupor los avances en la conquista sideral y somos capaces de interpretar los más absurdos sueños lunáticos (por aquello de querer posicionarnos en la luna) Pero al mismo tiempo aquí en la tierra nos rodea la misma o mayor miseria, miremos a donde miremos. No hemos adelantado absolutamente nada.

“A mí mucho más simpática se me hizo la perrita “Laika” me confesaba mi amigo Xabier Mendiaga el otro día, recordando aquella criaturita que montada en un Sputnik tres años antes que Gagarin regresó a la tierra... y no dijo nada. Obviamente, no abrió la boca porque murió en órbita. Pero...

Sufriendo como sufrimos todas las frases y retóricas provocadoras y sin sentido que sin tregua nos ofrecen desde multitud de otras órbitas de nuestro alrededor, pienso que estaríamos mucho más a gusto si en vez de cohetes y cachivaches explosivos multicolor nos obsequiaran con algún mensaje de esperanza.



Traducción del original en euskera, que publiqué en Euskaldunon Egunkaria el 4 de abril de 1991

viernes, 8 de junio de 2012

EL BAILE DE LOS INCOMPETENTES


No soy de los que creen que la gloria le llegue a uno a través del sacrificio ajeno. Y rechazo de raíz el autodidactismo sin límite, sobre todo el que proviene de los que desean medrar en base al incomprensible autobombo. Entre esos dos límites suelo colocarme yo a la hora de enfocar los atentados en el arte que en nuestro país se producen sin tregua. O sea, soy de recorrido largo en capacidad de comprensión.

En cierta ocasión, hablando sobre las relaciones entre alumnos y profesores, Xabier Mendiaga me recordaba que para saber si los docentes acertaron en sus planes de trabajo hace falta que transcurra mucho tiempo, quizás una vida entera, y que en buena ley la última decisión sobre el resultado obtenido no corresponde a los ex -alumnos sino a sus descendientes. Pero parece que, según últimas apreciaciones, hay mucho artista que no está muy en línea con lo que dice mi amigo. Y pienso si estará equivocado, o si no será debido a que el mundo del arte se encuentra muy pero que muy embrollado.

Hay en nuestro entorno demasiados iñurrietas que se pierden en descalificaciones a incontables azpiazus. Cuando creíamos que el yoismo sin fronteras como única vía de creatividad estaba prácticamente desaparecido, nos damos cuenta de que estábamos equivocados. Y vuelve a quedar a la vista que abundan los narcisos, incapaces de nadar en ninguna dirección, pero siempre con el espejo en la mano, para mayor gloria de su egolatría.

¿Tan difícil es conformarnos con lo que tenemos (con lo que somos)? De vez en cuando deberíamos recordar que el nombre del profesor (fama) se evaporará en el espacio infinito, de la misma manera que lo hará el de los alumnos. La bolita de sabia simiente que aquellos trataron de depositar en los más jóvenes se topa siempre con una ruleta sin fin,  que decidirá la suerte de unos y otros.

Es triste sin paliativos convertir el magisterio en comedero de cuervos y carroñeros. ¿Por qué?  Porque al final todos los pájaros pelean hasta sacarse los ojos mutuamente.

Traducción del original en euskera, que publiqué en Euskaldunon Egunkaria el 12 de enero de 1993


Para centrar mi artículo transcribo una noticia aparecida en El País, el 7 de enero de 1993

“Jorge Oteiza, que en esta nota niega haber dicho que las esculturas de Ibarrola son peores que las obras de Chillida, ha participado vivamente en la polémica desencadenada en el País Vasco a raíz de la agresión del artista Santos Iñurrieta contra una escultura de Agustín Ibarrola en una calle de Vitoria. Oteiza, en un artículo, defendió la acción de Santos Iñurrieta.A los pocos días, un autodenominado Aralar Komando Kulturála destrozó a martillazos. una estela funeraria de Oteiza dedicada al padre Donostia en el monte Agiña (Navarra). Oteiza condenó la agresión a su escultura y acusó a un antiguo alumno suyo, Koldo Azpiazu, como autor material de la misma.

Oteiza se muestra partidario de "la violencia contra los violentos" -dijo que su primera reacción al conocer el destrozo de su estela fue tratar al autor del desaguisado como a su piedra: "Destruirle la cara"-, y aseguró que "agredir una obra de arte es una acción destructiva que no lleva a ninguna parte".




 Fotografía: bibliotecadegotham.blogspot.com.es