viernes, 15 de febrero de 2013

CONSOLIDANDO LAS DISTANCIAS MENTALES (también en los medios euskaldunes)



En alguna época llegué a pensar que las nuevas tecnologías nos acercarían la noticia. Pero, al igual que sucede con la verdad, he podido comprobar que ese pensamiento mío puede tener infinidad de caras que, por su parte, nos muestran a las claras que las tecnologías son neutras, sin capacidad propia de maniobra.

 Las tecnologías no podrán nunca por sí mismas superar las distancias. Y estarán sometidas siempre a la voluntad de los humanos, manipuladas y dirigidas por ellos. La energía nuclear, per se, no es ni buena ni mala. Su utilización es la que marca el signo cualitativo. Es más, lo que para algunos es bueno para una mayoría puede resultar perjudicial, a tenor del resultado inducido en el colectivo. Es decir, que a la postre el resultado de la acción depende básicamente de la voluntad de las personas, siendo la tecnología una mera excusa.

 Más insalvables que las geográficas resultan las distancias mentales. Mientras aquellas pueden ser reducidas, los enrevesados mecanismos de las segundas dificultan una y otra vez el acercamiento entre las personas. En vez de buscar una solución se enredan en oscuros laberintos difíciles de explicar.

 Para bien y para mal, son los sesudos dirigentes de los medios que utilizan las nuevas tecnologías los responsables del resultado de su aplicación. Y aunque esas puedan hacer mucho por abordar la necesaria reducción del espacio que separa a los ciudadanos, no se avanzará ni un milímetro en el acercamiento si no existe voluntad por lograrlo. Las cortapisas mentales son las más peligrosas y de esas tenemos cantidad de muestras diarias en los medios de comunicación euskaldunes.

zurkain@euskalnet.net 

Traducción del artículo que escribí en euskera en mi blog Etorkizuna Etorkizun el 21 de enero 2013

viernes, 1 de febrero de 2013

LA GENUFLEXION




La genuflexión es un hecho cien por cien insalubre, nada más y nada menos que desde que en la noche oscura de la historia tomó cuerpo la diferencia entre buenos y malos. Razones religiosas o de sometimiento social son las que han extendido sus tentáculos punitivos en un intento por negar y esterilizar la acción reflexiva en libertad. La genuflexión se ha relacionado con la virtud de la humildad, en aras a hacer más llevadera a la persona la dependencia hacia su superior. Pero la humildad, para que sea verdadera, ha de darse desde la igualdad. En caso contrario es mentira, fraude.

La genuflexión no es más que una demostración inducida del sentimiento del miedo. Y la acción marca el nivel de cobardía, escenificándose a la clara en el movimiento del  genuflexor síntomas graves de sometimiento espiritual. Sin embargo, la genuflexión no se produce sólamente con el hincado de rodilla, ya que lo que persigue el gesto es la alienación cada vez mayor del sujeto, amansándolo y sometiéndolo. La fórmula es lo de menos.


La forma de genuflexión viene dada, por lo tanto, por el tipo de palanca que se utiliza para que a través del olvido del valor de su persona se induzca al individuo a la alienación. Y en nuestra sociedad se han multiplicado hasta límites insospechados las categorías y modos para asegurar la dependencia. La genuflexión es la muerte moral de la sociedad y, tal como vamos, parece que la nuestra aprecia demasiado la compañía de la tétrica amazona.

 ¿Cómo se puede escapar de la esclavitud que supone la dependencia inducida? Poniendo en práctica una sola palabra: dignidad. Dignificando sin temor nuestra diaria participación en la vida romperemos las cadenas del sometimiento, y aunque nos resulte costoso, únicamente a través de ese proceder llegaremos a ser libres de doblar la rodilla ante nadie.

Traducción del artículo que escribí en euskera en mi blog Etorkizuna Etorkizun el 29 de octubre de 2012.