viernes, 8 de noviembre de 2013

APRENDIENDO A SER HOMBRE





Una de mis lecturas de este pasado agosto fue la de un libro con muchos años en sus tapas. Y tanto que muchos, ya que cuando lo tuve en mis manos por primera vez no pasaba yo de ser un jovencito imberbe en sus catorce. Lo leimos en clase como libro de texto, siendo su título “Aprendiz de hombre”  firmado por el escritor español Gonzalo Torrente Ballester. En el transcurso de su re-lectura han vuelto a surgir en mí recuerdos de una época en la que nos estábamos forjando como futuros competidores en un mundo que nos esperaba agazapado. 

La primera edición del libro –de la mano de la Delegación Nacional de Juventudes- fue realizada en 1960 y el ejemplar que yo tengo corresponde a la cuarta, de 1963. El objetivo del texto –como ya lo deja adivinar su título- no era otro que entrenar a los jóvenes (masculinos) en los valores de una época española “gloriosa”.
Semejante el texto a los utilizados hasta entonces en la asignatura “Formación del Espíritu Nacional”  en su contraportada se puede leer: “Esta obra ha sido declarada de texto para enseñanza de Educación Política de 2º Curso de Bachillerato General” 

Pero el libro presentaba para la época una novedad importante: recogía textos escogidos de escritores famosos de la literatura universal de todos los tiempos. De esta manera nos introdujimos en Sofocles, Kipling, Frisch, Aldecoa, Curie, Chejov, Foe, Shakespeare, Vigny … Jose Antonio Primo de Rivera, Perez de Urbel, Miró y otros, que, entiendo, fueron considerados políticamente correctos.

 Torrente Ballester realizó la preparación y edición del libro y escribió su prólogo, así como la introducción y epílogo de los diversos capítulos en que está dividido. A todas luces, el escritor gallego tuvo que hacer ejercicios de equilibrio para no darse de bruces con la censura imperante.

No recuerdo en absoluto la impresión que me produjo el libro en aquella mi primera lectura. Seguramente que ninguna. Sin embargo, la de este verano me ha llenado de estupor por el tono utilizado por Torrente Ballester en ciertos capítulos. He aquí dos ejemplos:

En el primero, bajo el titulo “Cuando se desdeña el trabajo” se lee: “¡Penoso espectáculo el de la gran España, con sus campos incultos, sus labradores pobres, sus ciudades melancólicas y sus miles y miles de tramposos, ladrones, pícaros y mendigos … El arte de robar constituido en meta de las aspiraciones de los muchachos … porque es profesión lucrativa”

 En el segundo, titulado “El señoritismo” escribe Torrente Ballester: “El español no cree en la eficacia del trabajo. El menosprecio del trabajo llega a inventar la curiosa paradoja de que el trabajo es deshonor. Cuando la sociedad piensa disparate semejante ¿quién puede asombrarse de que la gente no trabaje? Y sucedió que mientras los españoles holgaban o esperaban el remedio de la fortuna que había de llegar sin esfuerzo, el resto de los paises europeos se levantaban sobre su esfuerzo, sobre su trabajo. Aquí no nos dábamos cuenta de que corrían una carrera en la que nos iba a ser muy difícil alcanzarlos”

 Todo ello fue escrito en julio de 1960. ¿Serían aplicables  tales manifestaciones hoy en día?



Nota: los subrayados son míos

Este artículo lo publiqué en euskera en mi blog ETORKIZUNA ETORKIZUN el 2 de septiembre de 2013