miércoles, 31 de diciembre de 2014

125 AÑOS: Barandiarán



Perunezarra

Si algún vasco ha concitado en la historia el respeto de sus paisanos, ése ha sido Don José Miguel. Estoy seguro de que con citar solamente el nombre los lectores saben que me estoy refiriendo al sabio de Ataún. 

Hoy, 31 de diciembre, se cumplen ciento veinticinco años del nacimiento de DJMB  en el caserío Perunezarra y soy de la opinión de que en nuestros días es más necesaria que nunca la lección que impartió Barandiarán en su larga trayectoria investigativa y docente. No tengo dudas sobre el particular ya que aquel gran hombre impregnó con un humanismo universal el discurso científico que emanaba desde su tribuna, dándole con ello un valor imperecedero. 

Su personalidad de arqueólogo, antropólogo, pensador, vascófilo, sacerdote y ciudadano comprometido la tejió Don José Miguel desde la necesidad de relación y comunicación sin condiciones con sus semejantes y es ello lo que le propició el respeto y admiración de la sociedad. 
Don José Miguel en Leze Txiki, en 1957
Barandiarán solía decir que le gustaría ser recordado por haber amado el amor. No quería, ni necesitaba, otra definición. Toda su vida había procedido de la misma manera, incluso en los difíciles años del Seminario de Gasteiz, allá en los comienzos de su larga carrera intelectual. DJMB impregnó su amplia y profunda aportación científico cultural con principios humanos básicos que ya en sus días infantiles aprendió en el hogar familiar. Y divulgó la ciencia con el sentimiento inmortal del amor. Es por ello que debemos reivindicar una y otra vez la figura de nuestro científico más universal.


Este artículo lo publiqué en euskera en mi blog ETORKIZUNA ETORKIZUN el 29 de diciembre de 2014.
Fotos: Fundación José Miguel de Barandiarán

 

viernes, 12 de diciembre de 2014

CARTAS DE MI MADRE


                               http://www.fentmuntanyaiformacio.es

Carta de 1938, pasada por la censura militar

Mi madre me contó muy poquitas cosas sobre la guerra del treinta y seis. No se encontraba nada cómoda en los recuerdos de aquella tragedia y a mis ocasionales preguntas respondía con muy poca información, como si quisiera huir de un escenario en el que tanto había sufrido. No exagero al decir que sé más de aquel período de mi familia a través de datos encontrados aquí y allá que de las referencias ofrecidas por mi progenitora. 

La semana pasada, sin embargo, el conocimiento sobre mi familia aumentó gracias a mi madre … aunque ella falleciera en el año 2000. La sorpresa me ha llegado a través de unas cartas y fotografías que ha puesto en mis manos quien fuera su amiga, la errenteriana Angela Loidi Bizkarrondo. Enviadas desde el exilio en Cambó y Perigueux en el período 1937-40, han permanecido olvidadas en el archivo de la familia Loidi, en el que finalmente han sido descubiertas.


Angela Loidi Bizkarrondo
Y a través de esas cartas que mi madre, lógicamente, no me envío a mí, ella me ha descubierto sus vivencias y opiniones sobre lo que estaba sucediendo. Gracias a la familia Loidi Bizkarrondo he podido compartir con mi madre los momentos previos al fusilamiento por los fascistas de su hermano José Mari, he tocado con mis dedos el frío recibimiento francés a unas personas que huían de la persecución franquista y he vivido en primera persona la amargura del exilio en aquella tierra extraña. 

 Tras haber permanecido en silencio durante décadas en algún estante del archivo, estas cartas y fotos me han acercado el dolor de mi familia. Y muy cerca de la rúbrica que acompaña al nombre Begoña he encontrado una sombra de lo que podía ser una lágrima vertida ahora hace ochenta años.

Este artículo lo publiqué en euskera en mi blog ETORKIZUNA ETORKIZUN el 3 de noviembre de 2014.