viernes, 25 de septiembre de 2015

ESPERANZA E ILUSION



Las esperanzas e ilusiones de cada uno  van cambiando con el tiempo. Claro que existen casos en que esos sentimientos se encuentran bien enraizados, pero lo normal es que con el transcurso de los años esas sensaciones anímicas tan inciertas den paso a nuevas expectativas que nos muevan en diferente dirección. Es ley de vida. 

Mira: cuando salgo a pescar mi objetivo es y ha sido siempre la trucha. Hace medio siglo (sí señores, llevo más de cincuenta y cinco años acercándome con mi caña a ríos y lagos) mi esperanza de cada mañana era superar el record anterior en cuanto a tamaño de la pieza. Y la consecuente ilusión no era otra que poder compartir aquel hermoso pez con todos los de casa, tras haberlo cocinado mi madre al horno.  

Las truchas han desparecido de mi habitual espacio de pesca y han sido sustituidas por otras especies, llamémoslas invasoras. Sin embargo en mi interior abrigo la esperanza de que algún día pique alguna en mi anzuelo, sin importarme en este caso el tamaño de la captura. Ha cambiado el sentido de la esperanza. Y sucede lo mismo con la ilusión. Llevo siempre conmigo una pequeña cámara fotográfica, y si se diera el caso de que me entrara esa esperada trucha me retrataría con ella y la devolvería al agua. Así conseguiría que permanecieran vivas en mí tanto la esperanza como la ilusión. Aunque sea consciente de que ambas cambian a medida que avanzamos en la vida.

Traducción del original en euskera, que publiqué en mi blog Etorkizuna Etorkizun el 31 de agosto de 2015.