viernes, 11 de marzo de 2016

EL MUERTO EN LA PLAYA



En mi obra teatral “Paradisuko atean” las cenizas de Miren Karmele Zuazubizkar que se guardaban en una urna funeraria se esparcieron por todas las esquinas al caer ésta empujada por un extraño viento que sacudió el tanatorio, haciendo más grande la pena de los familiares y amigos. 

La semana pasada paseaba yo por la inmensa playa de Punta Umbría, a hora temprana como acostumbro. La oscuridad, la soledad y el rugido del mar eran mis acompañantes. De repente mis ojos se posaron en un bulto traido por las olas. Lo tomé: era una bolsa cerrada con cremallera. Llevado por mi curiosidad la abrí y en su interior apareció un recipiente sospechoso. Ayudado por la luz del teléfono pude leer: Servicios Funerarios San José. Tanatorios de Huelva S.A. El recipiente se me cayó de las manos.

Al momento recordé que lo que es de la tierra vuelve a ella, ya que el mar no quiere nada que no sea suyo. A la vez pensé que los familiares de aquel ser anónimo que en la urna se encerraba no podrán vivir tranquilos mientras no den a las cenizas el merecido descanso. Y por lo que aquel cuadro representaba, me parece que la cosa va para largo.


Traducción del original en euskera, que publiqué en mi blog EtorkizunaEtorkizun el 22 de febrero de 2016.