viernes, 1 de abril de 2011

El PELO Y ARISTOFANES


En el año que termina (2009) se han cumplido cuarenta desde que llegué por primera vez a Londres, en coche con un amigo. Como queriendo hacer un guiño al espíritu de Kerouac, deseábamos “descubrir” el mundo por nuestros medios, de modo diferente al que nuestra habitual atalaya, estrecha y llena de obstáculos, nos permitía. Antes de llegar a la capital inglesa, y henchidos nuestros corazones de sed de libertad, hicimos primera parada en la bayonesa calle Pannecau. De allí a París – Place du Tertre, Quartier Latin,... Pigalle!- y por Calais a la vieja Albión.

Volví de Londres con un montón de discos. Y uno de aquellos 33 r.p.m era la grabación del musical “Hair”, editado un año antes. Se convirtió en una de las piezas estrella de mi colección, y cantidad de amigos pasaron los sábado tarde por mi casa para gozar con aquella música. El disco trajo hasta un cambio en nuestro aspecto físico, deseosos por sumergirnos en los comportamientos de aquella tribu hippie, libre de prejuicios. Y como primer elemento, había que dejarse el pelo largo. Las greñas y barbas fueron apareciendo en nosotros, suponiéndolas la forma de expresión idónea del deseo de ruptura con el mundo que nos rodeaba.

“Cuando la Luna esté sobre la séptima casa, alineado Júpiter con Marte, la paz será un hecho que guiará a los planetas y el amor a las estrellas” decía uno de los temas

Un año después –en aquellos agostos abrasadores- me encontraba en el campamento de Montelarreina “disfrutando” de las milicias universitarias. Un fin de semana acudimos algunos amigos a un festival de música en Medina del Campo. En escena teníamos a “Los Canarios”, con su líder Teddy Bautista al frente. El hoy todopoderoso presidente ejecutivo de la SGAE se atrevió a proclamar tras anunciar que iban a interpretar “Hair”: “Sin pelo no hay forma alguna de crear ideas...” ¡Vaya escándalo que se armó! Nosotros, pelones en aquel trance soldadil, nos sentimos agraviados y arrojamos algunos objetos al escenario. Los miembros de seguridad nos sacaron del recinto.

Quien en la actualidad luce calva nos había herido en el amor propio. Y le recordamos a gritos que en aquel musical, otra canción proclamaba que “El pelo largo y demás trazas estrafalarias, no son más que un mal camuflaje para hacer de la persona un bicho abrillado

Han pasado un montón de años de aquello y al hacer cada mañana mi primera confesión ante el espejo, debo reconocerle que me estoy quedando calvo. Aguanto con la barba, más corta y cuidada que de joven. Pero se me está encaneciendo. Estoy seguro de que no me la afeito porque en su día hice mía la reivindicación de Gabriel Aresti: Hasta que vea a salvo al euskera” Y fijo en la imagen que me devuelve el espejo, y haciendo las promesas para el día que comienza, me entristece el pensar que seguramente por ese motivo me vayan a enterrar barbudo. Me entristezco por el euskera, claro está. Por cierto, nunca vi lucir barba ni a Aresti ni a Mikel Laboa. ¿No eran consecuentes con su sermón? ¿Tan mal veían el panorama?

Se cuenta que fue Aristófanes quien, en una obra de teatro en la que el protagonista mostraba al público el dedo central de su mano derecha, inventó ese gesto tan grosero que ha pasado a la posteridad. Fue también Aristófanes quien escribió Lisistrata, un alegato sobre la huelga de sexo que las mujeres de Grecia llevaron a cabo para que la paz fuera una realidad en aquel país. La paz se consiguió pero, desgraciadamente, sólo en el escenario.

Algunas noches, esperanzado con la promesa de “Hair”, observo desde mi ventana si la luna ha llegado sobre la séptima casa de mi calle. Pero sospecho que – al igual que en Alistrata- únicamente en el escenario se produjo el alineamiento de Júpiter y Marte. Y he pensado en más de una ocasión si los autores del musical no nos regalarían a todos y desde su sede en Broadway el gesto obsceno del dedo.

¡A¡ Y dentro de cuarenta años, estaré totalmente calvo. ¡Seguro!

Traducción al español del original en euskera, publicado en el número 2215 de la revista ARGIA el 24 de enero de 2010

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