viernes, 25 de marzo de 2011

LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS. Revisión.



Como ya lo he comentado en alguna otra ocasión, guardo con cariño algunos libros que utilicé en mis primeros estudios de la infancia, y de vez en cuando realizo en los mismos alguna incursión histórica, no exenta de nostalgia, para no olvidar el tipo de educación que recibimos.
He estado durante este pasado fin de semana repasando el catecismo de primer grado que tuvimos que aprender para prepararnos a hacer la primera comunión. La afirmación “Soy cristiano por la gracia de Dios” me transportó hasta los seis años, a gran velocidad.
Y a medida que iba pasando las páginas he podido de nuevo constatar el lenguaje arabesco con que nos formaban, y las palabras, expresiones e ilustraciones surgidas al mandato de la moral de la época me han hecho sonreír.
He querido traer a este rincón, algunas ilustraciones que acompañaban a los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. Observándolas, muy probablemente los de mayor edad recordaremos las dificultades que teníamos para entender lo que se nos quería explicar. Los jóvenes, casi seguro, lo tendrán muy difícil para entender aquella época.






Hasta aquí está bastante claro ¿no? Las ilustraciones iban parejas a la capacidad de comprensión de una criatura de seis años, y ayudaban a quedarse con el mensaje que la palabra escrita transmitía.



¿Pero qué decir de estas otras?





¿Qué era fornicar? ¿Y qué tenía que ver aquella palabreja, con el campo de flores que aquel chaval estaba a punto de aplastar? Además ¿Qué tipo de flores eran? ¿Cómo podríamos saber cuáles pisar y cuáles no? ¿Y aquel deslumbrante corazón?
Estoy convencido de que con el sexto mandamiento ninguno de nosotros entendió nada. ¡Y así dimos el salto, infelices de nosotros, a un mundo lleno de peligros presentado por el terrible trinomio “el mundo, el demonio y la carne”!

Muchos años más tarde supimos que aquellas flores eran lirios, símbolo de la castidad y la virginidad. ¡Si nos hubieran avisado a tiempo!




¿Y cómo entender aquello de “no desear la mujer de tu prójimo”? ¿Con seis años?... No sabíamos si el ángel estaba disgustado con nosotros o, simplemente, dormido ante tanta indefinición. Y aquel chaval, si nos ateníamos a su semblante cuando rasga el papel, debía de ser malísimo ...
Y otra duda, surgida también años después: según ese enunciado, ¿las niñas quedaban libres del noveno pecado?




No habrá nadie que diga que nuestro proceso educativo no fue interesante y bonito.




 

  

Traducción al español del original en euskera, publicado en ETORKIZUNA ETORKIZUN, el 14 de marzo 2011

2 comentarios:

  1. Me ha resultado interesante leer este comentario, que obviamente, y como bien dices Txema, también me ha ayudado a recordar nuestras etapas colegiales. Me pregunto, si el catecismo de hoy, por seguir con el ejemplo, visto de la manera que has enfocado tu comentario de hoy, sino tendrá los mismos problemas que comentas? Creo que voy a intentar encontrar uno, aunque sea via web.

    ResponderEliminar
  2. Jose Antonio, muy buenas noches
    Sería muy interesante saber si ha evolucionado la manera de exponer estos temas. Serguramente que en las formas habrá cambiado. Otra cosa es qué sucede con el fondo, no tanto del propio mensaje, digamos, metafísico, sino del que concierne a la preparación para el día a día cristiano.
    Un abrazo,
    Txema

    ResponderEliminar