viernes, 22 de abril de 2016

CONCILIACION



Entendemos por esa palabra el hecho de hacer compatibles dos personas o elementos. Y ese es, precisamente, el tema de conversación que día a día se hace más normal en nuestras relaciones sociales. Hay que conciliar el trabajo y la vida familiar, decimos convencidos de nuestras palabras. Y parece que una gran mayoría estamos de acuerdo con tal tesis, pero…

Pienso que la conciliación debe comenzar desde uno mismo, y que individualmente hemos de cambiar esa especie de gen de incompatibilidad que todos llevamos. Lo que la sociedad no ha valorado ni tenido en cuenta hasta ahora no va a cambiar  por arte de magia. Debe producirse un salto cualitativo importante en nuestra forma de pensar y vivir. Afortunadamente cada vez somos más los que pensamos que la conciliación podría (y debería) convertirse en derecho natural fundamental, para no vernos abocados a la alienación más angustiosa por mor de la ocupación laboral (o de la falta de ella)


Quienes, por razones de calendario, somos testigos del crecimiento de nuestros nietos/as sabemos de la riqueza afectiva que supone la relación establecida entre nosotros. Precisamente, me atrevería a generalizar, riqueza que por un montón de razones (algunas objetivas, muchas subjetivas) generadas por nosotros mismos, no fuimos capaces de gozar con nuestros hijos/as. Por eso mismo, ¿no es hora de que se establezcan las condiciones para que la satisfacción que en nuestro caso se da, pueda florecer entre hijos/as y sus respectivos progenitores? El objetivo no es fácil, pero nadie llega a la meta sin comenzar la carrera.


Fotografías


 
Traducción del original en euskera, que publiqué en mi blog Etorkizuna Etorkizun el 21 de marzo de 2016.

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