En política participativa soy
tan viejo como todos los que dieron el salto a la democracia en el lejano junio
de 1977. En aquella primera cita con las urnas nos acercamos a ellas llenos de
ilusión, confiando en que con nuestro voto íbamos a proporcionar un nuevo color
y una nueva forma de participar al marco político hasta entonces conocido. Tras
cuarenta años – dos generaciones- las cosas se ven de otra manera.En el mundo de los negocios en dos generaciones suelen desaparecer muchas empresas en un principio pujantes. Los logros de unos pioneros ilusionados pueden ser echados a pique por unos herederos pasivos y faltos de imaginación. Los zánganos incrustados en el negocio paralizan la dinámica de las abejas obreras, agotando las reservas, y la empresa cierra. En dos generaciones se ha sido capaz de poner el requiescat in pace. Se han olvidado de empujar debidamente y la desesperación y el desánimo se han apoderado de los trabajadores.
Nota: con el último verbo he arriesgado bastante, ya que los partidos no suelen mostrar interés de cerrar !Ah! Y la
precedente reflexión está dedicada al PSOE, con motivo del esperpéntico espectáculo
que nos está ofreciendo.
Traducción del original en euskera, que
publiqué en mi blog Etorkizuna Etorkizun el 3 de octubre de 2016
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