viernes, 4 de mayo de 2012

ATENTOS AL RADAR


Al abrir esta mañana el buzón de mensajes electrónicos me he encontrado con uno que tenía de referencia: “atentos al rádar” Sin pararme a leer lo he enviado directamente a la papelera. ¡Semejantes avisos me enervan!

Por lo que parece, para quienes acostumbran a mandar mensajes como el citado, es preferente evitar por medios tecnológicos el disgusto a conducirse debidamente ante cualquier sanción que pudiera recaer sobre el infractor. Yo no tendría ningún problema en leer esos correos si me ayudaran a educarme más y mejor en la obligación de cumplir con las normas. Por lo menos, me darían pistas para enriquecer mi civismo.

Si se me señala que no puedo circular a más de 120 kilómetros por hora, mi conducta civilizada debería ser la de respetar la norma, y si rompo con ella estoy demostrando una muy poca actitud de respeto para la convivencia. No puedo aceptar –por supuesto, estoy hablando desde el punto de vista ético- el vacilante y columpiante  “ahora sí, ahora no”, cuando ese “no” lo quiero asegurar trampeando.

Y no me valen las excusas. ¿Cómo me voy a fiar de nadie que a sabiendas da la espalda al más elemental de los comportamientos sociales, cual es el del respeto mutuo? No acepto el argumento de que para conocimiento del colectivo cualquier información es beneficiosa.

Mientras no aceptemos que las normas sociales están para que los ciudadanos las cumplamos, la sociedad estará haciendo agua. Conocer por medios tecnológicos dónde están situados los rádares puede evitarle algún disgusto al ciudadano, pero éste no verá reforzada por esa vía su educación social. Muy al contrario, quien la utiliza debilita su capacidad de interrelación con los que comparte espacio.

Este razonamiento lo podría aplicar a otras muchas áreas. La convivencia resulta complicada y es necesario realizar un gran esfuerzo para que las normas sociales se cumplan. Por eso, para que la maquinaria cívica funcione con el menor desgaste posible es obligatorio que cada ciudadano  actúe dignamente. Es una gran utopía no necesitar los radares. Más grande aún, poder vivir sin normas y sin castigos.


 Traducción del original en euskera, que publiqué en mi blog "Etorkizuna etorkizun" el 12 de marzo de 2012

Fotos: debates.coches.net

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