viernes, 25 de mayo de 2012

NO SENSE-CULTURE


Me parece de lo más curioso que mientras estamos intentando crear una Europa unida nos bombardeen sin cesar con cultura teledirigida y los europeos nos prestemos a aceptarla sin chitar. Primero fue la Coca Cola y vete a saber con qué terminarán, si algún día terminan, sobre todo nuestros amigos japoneses y estadounidenses.
Personajes de Dragón Bola

El fenómeno exterminador  “Dragón Bola” ha alargado sus tentáculos hasta los cerebros de nuestros hijos e hijas. Las aventuras de Son-Goku, Chichi y Son Gohan se han convertido en tema de conversación familiar. Por otro lado, Catherine y Vincent, protagonistas de la teleserie “La bella y la bestia” enseñan a los niños euskaldunes –como ya lo han hecho anteriormente con muchos más europeos de tierna edad- valores y procedimientos que no casan con los básicos nuestros.

Y una amplia sombra fagocitadora ha asaltado el tradicional parqué lúdico de jóvenes y mayores, en consonancia con las leyes de mercado que nos han convertido en consumidores sin criterio. Nos hemos abandonado a los brazos sin sentido del zapping, schopping, training y resto de opciones amorfadoras y cloroformizadoras, sin haber puesto ni un ápice de reflexión por nuestra parte.

Hemos llegado a Europa y la ola exterminadora de basamentos culturales va poco a poco dando más y más opción a la ley inexorable de mercado. Xabier Mendiaga se refería a la teoría de Galbraith cuando me hizo la siguiente afirmación: “El objetivo de la creatividad no es dar respuesta a las necesidades de la sociedad sino acelerarlas y crear nuevas, precisamente para mayor gloria de los intereses económicos y del poder de los que nos dirigen

¡Así nos va!
Foto:  31416feenelcaos.files.wordpress.com
Traducción del original en euskera, que publiqué en Euskaldunon Egunkaria el 31 de mayo de 1992

viernes, 18 de mayo de 2012

ENCORBATADOS


El tiempo corre tan aprisa que el propio significado de muchos términos cambia, perdiéndose el precedente en el olvido, o llegando incluso a representar opciones contrarias. Podríamos poner cantidad de ejemplos que avalan lo antedicho, muestra inequívoca de la velocidad a la que camina nuestra sociedad, inmersa en una revolución sin igual de usos y costumbres.

Frente a un álbum de fotografías recuerdo los años de mi niñez. Ahí estamos todos los que fuimos, vestidos de domingo, encorbatados sin excepción, como mandaban los cánones de la época. No éramos ni más ni menos que nadie. Llevábamos corbata, como lo había hecho también la generación de nuestros padres. Y la sociedad, aun a pesar de su uniforme, caminaba hacia adelante, haciendo frente a miles de preocupaciones diferentes y más graves que la uniformidad de la vestimenta.

Hoy en día la corbata ha perdido su presencia social. Nuevas costumbre –diferentes, nunca mejores o peores- han arrinconado “la cinta enlazada” como ya lo hicieran antes con los zapatos de charol o con los tirantes de los pantalones. Cualquier colectivo humano necesita de la innovación y de la creatividad si quiere mantenerse con las constantes vivas. De ahí el desarrollo intelectual. Pero, amigos, afirmar que los que usamos corbata somos especimenes arcaicos de no sé que casta retrógrada me parece algo gratuito y fuera de lugar.

“Para tu faringitis crónica la corbata te vendrá fenomenal ¿no?” me decía el otro día mi incondicional amigo Xabier Mendiaga, mientras  charlábamos en nuestro acostumbrado paseo dominical sobre esta prenda en desuso.


 Traducción del original en euskera, que publiqué en Euskaldunon Egunkaria el 28 de enero de 1992

viernes, 11 de mayo de 2012

DEMOCRACIA UNIVERSAL


Dicen algunos que está a punto de cambiar el espacio político europeo y que pasaremos a un concepto de estado mucho más amplio que el actual de estado nación.  Hace unas fechas escribí sobre un tema parecido y comentaba que no llegaba a comprender muy bien qué es lo que significaría ese cambio en el intento de profundizar en la europeización de los vascos.

Me da la impresión de que en un deseo por despistar al personal, en los últimos tiempos se están multiplicando entre nosotros los foros europeos donde se discute sobre temas de difícil alcance y comprensión para el ciudadano normal y corriente; se hacen planteamientos inescrutables, por no decir alienantes. Todo es lícito, con tal de que no lleguemos a comprender en qué están metidos nuestros ilustres políticos. La postmodernidad, la metamodernidad... ¡Adivina cuántos tipos de modernidad nos están imponiendo desde la sociología, la antropología e, incluso, desde la teología. Y ahora también desde la política. El acabóse.

Mientras tanto, como dice mi gran amigo Xabier Mendiaga, aquí en Euskal Herria andamos bajo mínimos en cuanto a replanteamientos de pertenencia europea. Salta a la vista que no estamos a gusto en el actual contexto, ya que no encontramos solución a nuestro difícil puzzle nacional. Si la democracia es el camino más corto para la emancipación de la persona, teniendo en cuenta las burradas que estamos viendo y oyendo alrededor del discurso del nuevo proyecto europeo, da la impresión de que la salida al citado puzzle es el de la apuesta por la violencia. Pero eso, además de ser un mal silogismo, sería una burrada aún mayor.

En cualquier caso, y esto es lo que deberíamos reivindicar, la democracia puede quedar reducida y  malinterpretada, y llegar a ser incoherente e hipócrita si solamente es aplicada en el caso de determinadas sociedades. La democracia deberá ser universal; en caso contrario, lo que salga de ese batiburrillo no tendrá la consideración de democrático. Viendo la actitud y respuesta de muchos de los demócratas “estomagosagradecidos” que nos rodean, tengo la impresión de que les importa tres narices el nuevo mosaico europeo.


Traducción del original en euskera, que  publiqué en Euskaldunon Egunkaria el 26 de enero de 1993
 
Foto: Tere Anda

viernes, 4 de mayo de 2012

ATENTOS AL RADAR


Al abrir esta mañana el buzón de mensajes electrónicos me he encontrado con uno que tenía de referencia: “atentos al rádar” Sin pararme a leer lo he enviado directamente a la papelera. ¡Semejantes avisos me enervan!

Por lo que parece, para quienes acostumbran a mandar mensajes como el citado, es preferente evitar por medios tecnológicos el disgusto a conducirse debidamente ante cualquier sanción que pudiera recaer sobre el infractor. Yo no tendría ningún problema en leer esos correos si me ayudaran a educarme más y mejor en la obligación de cumplir con las normas. Por lo menos, me darían pistas para enriquecer mi civismo.

Si se me señala que no puedo circular a más de 120 kilómetros por hora, mi conducta civilizada debería ser la de respetar la norma, y si rompo con ella estoy demostrando una muy poca actitud de respeto para la convivencia. No puedo aceptar –por supuesto, estoy hablando desde el punto de vista ético- el vacilante y columpiante  “ahora sí, ahora no”, cuando ese “no” lo quiero asegurar trampeando.

Y no me valen las excusas. ¿Cómo me voy a fiar de nadie que a sabiendas da la espalda al más elemental de los comportamientos sociales, cual es el del respeto mutuo? No acepto el argumento de que para conocimiento del colectivo cualquier información es beneficiosa.

Mientras no aceptemos que las normas sociales están para que los ciudadanos las cumplamos, la sociedad estará haciendo agua. Conocer por medios tecnológicos dónde están situados los rádares puede evitarle algún disgusto al ciudadano, pero éste no verá reforzada por esa vía su educación social. Muy al contrario, quien la utiliza debilita su capacidad de interrelación con los que comparte espacio.

Este razonamiento lo podría aplicar a otras muchas áreas. La convivencia resulta complicada y es necesario realizar un gran esfuerzo para que las normas sociales se cumplan. Por eso, para que la maquinaria cívica funcione con el menor desgaste posible es obligatorio que cada ciudadano  actúe dignamente. Es una gran utopía no necesitar los radares. Más grande aún, poder vivir sin normas y sin castigos.


 Traducción del original en euskera, que publiqué en mi blog "Etorkizuna etorkizun" el 12 de marzo de 2012

Fotos: debates.coches.net