Me he acercado esta mañana hasta la iglesia de San Miguel en el barrio de Garagarza en Mondragón. Quería ser testigo en un acontecimiento fruto de la decisión tomada por la junta parroquial local: a falta de sacerdotes, y al ser cada vez más complicado organizar las funciones religiosas en los barrios, las normales de los días festivos quedarán en manos de laicos.
Mis amigos Arantza Ezkurra y Joxe Eugenio Otaduy han participado hoy por primera vez con total responsabilidad. Y han superado el listón con éxito. En la ceremonia de esta mañana Joxe Eugenio ha dirigido el oficio desde el altar, pero en la próxima será Arantza quien tome esa responsabilidad. En estos momentos son cinco grupos los que participan y dirigen estas celebraciones.
Hasta aquí la noticia. Y creo que ella merece una pequeña reflexión. La iglesia camina por una senda más y más difícil, perdida en una total incapacidad de renovación. Y parece, además, que gira sin pausa sobre el mismo eje, cada vez más pusilánime, más arcaica. A la iglesia le ha superado la imperiosa necesidad de abrir sus ventanas, y no hace falta más que darse una vuelta por sus templos para darse uno cuenta de qué flaco favor le hacen sus discursos monocordes y anacrónicos.
La organización nacida hace dos mil años cayó en una crisis profunda a partir de la segunda mitad del siglo XX y su estado no ha mejorado, y – lo peor- no parece que tenga mucha voluntad por hacerlo. Los cristianos de a pie miramos con pena a esta iglesia achacada de multiesclerosis e incapaz de levantar cabeza. El próximo año se cumplirá medio siglo del comienzo del Concilio Vaticano II y a lo que parecía ser una bocanada de aire fresco no le han faltado desde entonces potentes obstáculos, preparados desde las altas instancias de la jerarquía eclesiástica que siguió a Juan XXIII. Todavía hace poco, el obispo que nos corresponde echó más leña a la hoguera de la frustración, dando a su mensaje una especie de: “el que se mueva, al infierno!”
La verdad sea dicha –y aunque parezca pecado mortal- no necesito de la iglesia oficial para andar por los caminos del cristianismo humanista. Estoy convencido de que el templo idóneo es el que cada uno se prepara en su interior, cumpliendo fielmente con la normativa humana que emana del respeto al prójimo.
Hoy me he sentido más nuevo con las oraciones de Arantza y Joxe Eugenio.
Traducción al español del original en euskera, publicado en ETORKIZUNA ETORKIZUN, en esta fecha.
Ver estos vídeos:
http://www.youtube.com/watch?v=MC4xMGpBmAk
http://www.youtube.com/watch?v=kowLFm6k4Ashttp://www.youtube.com/watch?
http://www.youtube.com/watch?