viernes, 27 de enero de 2012

LA COMPETITIVIDAD Y NOSOTROS

Cuando estudiábamos la carrera universitaria se denominaba principio de Peter a la teoría del rendimiento laboral en las empresas, y al fenómeno de las jerarquías en las mismas. Bueno, no sé si entonces ya se le decía Peter o se trata de un bautizo posterior. Pero es lo mismo. Según dicha teoría, la totalidad de las personas tenemos tendencia a escalar en la cadena de mando, llegándose a la perfecta incapacidad cuando se ha alcanzado el tope de la altura objeto de nuestro afán. En el mismo momento que se ha llegado al máximo nivel uno se convierte en un inútil profesional total, si bien es cierto que dejamos de estorbar en el camino al resto de los competidores.

Pienso que alguien debería gritar un “Stop” alto y claro a la marcha sin sentido de esta nuestra sociedad desconcertante y medio alienada en la que vivimos. No nos conformamos con nada y no hacemos más que mirar al vecino con la esperanza oculta de superarle. Ya sé que esa tendencia tiene sus raíces más profundas en el mismo alma de las personas, que es consustancial con nosotros –quizás eso sea el pecado original- y es lo que, precisamente, algunos dicen se trata de lo que nos diferencia de los animales irracionales.

Pero la competitividad es una espada de doble filo, que va dejando en la cuneta cantidad de cadáveres cada vez que se la esgrime por razones, digamos, prácticas. En la escuela, la fábrica, en las conversaciones con los amigos, en el mismo hogar... es decir cada vez que uno de nosotros palpa que alguien puede ser su rival, inmediatamente hace uso, y puede ser que en muchos casos de manera inconsciente, de todas las herramientas a su alcance para derrotar y eliminar al adversario.

Como me subrayaba días pasados mi amigo Xabier Mendiaga, la competitividad es fuente de cantidad de frustraciones. “¿Por qué?” me interrogaba. Y él mismo respondía: “Pues porque todos aquellos que actúan desde el equilibrio, con amplitud de miras, sin agobios, con rigor conformista y con sana alegría, es decir los considerados por nuestra cuadricular  sociedad como cachazudos, no tienen interés alguno en perjudicar al resto. Y además viven felices”

 
 Fotografía: Tere Anda


 Traducción del original en euskera, publicado en Euskaldunon Egunkaria, el 2 de octubre de 1993

viernes, 20 de enero de 2012

PERDIDOS EN FIESTAS

Andamos metidos en fiestas hasta las cachas, fiestas a las que nos es difícil adivinar su verdadero origen. Celebradas hoy en día en su mayoría de una forma profana, el misterio de la fiesta no se nos descubre ni a través del derroche de luz que suele envolver la propia celebración, y el pueblo resucita ritos, signos y maneras, sin conocer la lógica a la que corresponden.

Pero es muy posible que la lógica esté fuera de lugar en las actuales fiestas, ya que –sin que importe su tipología- una manipulada manifestación folklórica ha tomado el testigo de la razón primigenia. Si al colectivo humano no le preocupa hacia dónde se encamina, la ausencia de lógica no tiene por qué ser un problema, pudiendo tranquilamente seguir atrapado en su desorientación..

El elemento religioso –relacionado estrechamente con la superstición- ha ido perdiendo fuerza, de forma inversamente proporcional a como se ha implantado el assem habeas assem valeas.  La misma significación de la Navidad ha pasado al pelotón de lo desconocido y aunque la fiesta aún no ha llegado a ser una atracción ofrecida por las agencias turísticas –por lo menos en nuestro hemisferio norte- todo se andará. Y si no, al tiempo.


Está claro que las personas necesitamos de las fiestas y cuando éstas pierden su sentido práctico –en el sentido amplio de la palabra- por razones fundamentalmente comerciales se comienza a buscarles sustitutos artificiales. Un inventado sentimiento colectivo ha sentado sus reales –muchas veces sin que la sociedad se aperciba de ello- sobre la concepción de las fiestas. Todas ellas son el reflejo  del colectivo humano, y están convertidas hoy en día en la mayoría de los casos –por no decir siempre- en el paradigma de la artificialidad. Lo que antes –con total seguridad- representaba la vida de la sociedad, se ha transformado hoy en un movimiento inducido, desde vete tú a saber dónde, del colectivo que las promueve. Es decir, en una demostración folklórica sin valor y sin raíz alguna.

 Se pasó de las fiestas surgidas desde las creencias anteriores a las religiones regladas, a las marcadas por éstas  en rojo en los calendarios, sin que se rompiera la cadena. En las sociedades planificadas, por su parte, desaparecieron las fiestas religiosas y se abrieron las puertas a otras celebraciones de diferente alma e ideología. En las de nuestros días, se han adecuado los modelos al plano del hombre y la mujer contemporáneos, y la superchería impera sin piedad, protegida de un manto rosa adornado de relucientes estrellas.  Es decir, la falsedad cubre el razonamiento humano, de forma más violenta que nunca. Y saltamos de fiesta en fiesta, sin pararnos a reflexionar por qué lo hacemos. Es la cohesión de la tribu humana la que da consistencia a la fiesta, tomada como hito en las celebraciones populares. La dispersión y proliferación cada vez mayor de tribus ha hecho perder profundidad al significado de la fiesta, multiplicándose a su vez su número y dándose así mismo  infinidad de  casos de total desaparición. De día en día son más las fiestas cuyo sentido ha sido olvidado. Andamos perdidos en fiestas.

Fotografía: Tere Anda

Traducción del original en euskera, publicado en mi blog  Etorkizuna etorkizun, el 2 de enero de 2012

viernes, 13 de enero de 2012

LIDERES O IDEAS ¿QUE ES ANTES?

Parece que los socialistas españoles están inmersos en un proceso interno de reflexión ideológica, para decidir en manos de quién ponen el timón de su partido. Mi anterior aseveración contiene un cierto grado de incertidumbre ya que no estoy muy seguro si desde la posición de los dos candidatos aparecidos hasta la fecha se ha propiciado una verdadera reflexión o si sólo se ha abierto una ventana a la militancia, para que ésta se posicione –fundamentalmente desde el aspecto biológico- cara al  “día después”

Cuando el debate surge –como así ha sido- preguntándose sobre cuál debe de ser preferente en el binomio “Ideas. Líder”, algo no va bien. Porque ¿puede haber líder sin ideas? O ¿es posible que surjan ideas sin líder?

El PSOE lo está pasando verdaderamente mal, y la caída de poder puede ocasionarle una pérdida que no nos podemos ni imaginar. Los socialistas no tendrán nada fácil recuperar el espacio ganado por la derecha española. Y no me refiero al propio espacio electoral, no. Ese, al fin y al cabo, depende de una variable relacionada con el colectivo de electores –número, en una palabra- y la fórmula matemática le podría proporcionar alguna salida, coincidiendo con el natural desgaste de la derecha.

Pero sin duda alguna, la pérdida más dolorosa para los socialistas será la que tiene que ver con su ideología. La doctrina que se ha escorado hacia la derecha difícilmente reedificará su singular edificio, hoy tocado en sus cimientos al haber habilitado su campo de juego a orillas de las corrientes actuales de poder. Es decir, ha dinamitado desde la base su discurso y logros de décadas. Y el socialismo español, como el europeo en general,  se encuentra perdido en un laberinto de dialéctica contrapuesta, ofreciendo una penosa sensación, como nunca antes lo había hecho. No es capaz de tejer teoría coherente.

¿Qué es antes? ¿Las ideas o el líder? ¿Quién se atreve a formular un discurso enjundioso y esperanzador capaz de sustituir al liberalismo destructor? Estando como nos encontramos en un agujero sin salida, no podemos esperar absolutamente nada de quienes nos han llevado a tal situación. No tienen fórmula mágica, sencillamente porque –como ya lo he dicho en más de una ocasión- la magia es mentira. Se necesita un cambio higiénico total y para ello es indispensable contar con cabezas vírgenes, personas desprovistas de mochilas-freno, valientes y comprometidas ilimitadamente con la sociedad igualmente sin límites. Justo, el perfil contrario de los actuales políticos.

La empresa por un encuentro –ya no tanto, unión-  de los socialistas españoles y, en general, de todos aquellos que por encima de cualquier otro valor coloquen el respeto y la defensa activa de los derechos de la persona como máximo objetivo, necesita líderes. Pero esos, para que la corriente revivificante y revolucionaria se consolide,  deberán salir de entre quienes construyan la teoría. El socialismo o la ideología del futuro que con nombre diferente tome como referencia básica la dignidad humana deberá enterrar los intereses bastardos económicos, sociales y religiosos, los etnocentrismos, la sacralización ortodoxa de los estados y naciones y todo el ropaje que dificulte el desarrollo libre de los hombres y mujeres. La rosa debería transformarse en dalia.

Eso, amigos, no se construye de la noche a la mañana. Pero si nos pusiéramos hoy en camino estaríamos más cerca del objetivo.


Traducción del original en euskera, que he publicado en mi blog Etorkizuna etorkizun el 10 de enero de 2012



Fotografías: Tere Anda

jueves, 5 de enero de 2012

REGALOS


Los regalos pueden ser de múltiples tipos, si bien el objetivo final no es otro que transmitir al regalado sensación de simpatía por parte de su obsequiador. Con matices, pero en el fondo ese es el objeto del regalo. 

Los cumpleaños, cualquier día elegido por los comerciales para hacer vibrar con fuerza el amor entre personas (La Madre, el Padre, San Valentín...)  los momentos felices tras haber superado los exámenes, los previos a preparar el presupuesto del próximo ejercicio en empresas y administraciones etc. Todas esas y más son las ocasiones propicias para obsequiar. Y cualquier regalo es válido para hacer surgir la comunicación interpersonal más interesada.

De todos modos, si bien ese es el patrón corriente, no quiero decir que los regalos, sin más, atraviesen muros anímicos infranqueables y susciten en el regalado sentimientos de agradecimiento sin freno. Tras el regalo qué viene puede pensar inmediatamente el que lo recibe y el más mínimo recelo para con el remitente puede echar por tierra el oculto deseo de éste.

Minutos antes  de ponerme a escribir estas líneas he recibido una caja de vino. Quien me lo remite debe sentirse deudor por algún favor que en su día le hice y se ha gastado una pasta en un obsequio consistente en botellas de Rioja cosecha de 1981. Le agradezco de corazón, pero ha cometido un pequeño error: no bebo alcohol. Por lo tanto, ya me dirá él qué voy a hacer con un regalo que no me encaja.

Pero, bien pensado, quizás me ahorre la papeleta de elegir un objeto con que obsequiar a algún tercero con quien me sienta por mi parte obligado. Es decir, la cadena no se va a romper. Lo más importante –como hubiera afirmado mi amigo Xabier Mendiaga-  está en el contenido del mensaje y no en su ropaje.

Foto: Tere Anda

Traducción del original en euskera, que publiqué en Euskaldunon Egunkaria el 6 de octubre de 1991