El gobierno de cualquier colectivo está directamente relacionado con
el compromiso ético del gobernante. ¿Perogrullada? Así debía de ser, pero si
nos fijamos con atención en lo que sucede a nuestro alrededor enseguida nos
daremos cuenta de que muy frecuentemente el gobierno –la dirección- se
encuentra virgen de valores humanos, lo cual es fuente de inevitables fracasos,
ya que a la fórmula para la gestión del colectivo le falta un componente sine qua non: el sentimiento positivo
para con la persona.
Por cualquiera que sea el sistema de dirección, siempre debe de tener presente
que no puede huir de las responsabilidades hacia el grupo humano. Hasta los
sistemas más dictatoriales conocen que las personas conforman su materia prima
y que deben incidir sobre ellas para que el entramado no se les desmorone. Por lo tanto, nunca debe
olvidarse que la dirección trabaja con personas. Y para llegar de la manera más
acertada a sus dirigidos deberá gestionar la sensibilidad, por la simple razón
de que ser sabedor de las necesidades emocionales de aquéllos es el primer requisito
para el acierto en los objetivos finales. No hay otra: dirección y sensibilidad
deben ir de la mano, si es que verdaderamente se desea una exitosa gestión.
Parece –es lo que dicen los expertos- que el ser director/a se
aprende. Sin embargo, aseguran que la sensibilidad nos viene dada desde el
nacimiento. Lo que no admite duda alguna es que la vida es un asunto muy
complejo, lleno de factores positivos y negativos. Y corresponderá a una
dirección responsable la medición, ordenación y gestión de esos. Precisamente
aportando ayuda en esa parcela del saber se esfuerzan desde hace años Juan Luis
y Nerea Urkola. Ellos saben muy bien que dirección y sensibilidad son piezas
inseparables en el gobierno de todo grupo humano. Y recientemente padre e hija
han querido regalarnos en forma de libro
sus conocimientos tejidos tras larga experiencia en la formación de directivos.
La sensibilidad es el obligado catalizador para que las relaciones
humanas funcionen y en todo grupo social o institucional que luche por vivir ha
de ser el sentimiento de pertenencia al grupo lo que dé cohesión al colectivo.
Pero no es una empresa fácil, al ser una función con muchas variables. ¿Por
qué? Sencillamente porque se trabaja con personas.
Juan Luis y Nerea nos ofrecen en su libro claves para la gestión de
las vicisitudes del grupo. Como ellos dice, nuestra vida la pasamos estudiando,
enseñando, negociando, dirigiendo, animando, obedeciendo, trabajando en equipo,
disfrutando, comprando, sufriendo, vendiendo… y en cantidad de otros cometidos.
Por eso es totalmente necesario la interacción sensible positiva, que permita
poder llegar hasta el otro y, a la vez, recibir de los otros aquello que satisfaga
las necesidades propias y del colectivo.
“Dirección y sensibilidad” es un excelente libro, escrito en el
acostumbrado estilo práctico y atractivo de sus autores. Como expresa el
subtítulo de la obra, la vida y la dirección hay
que enfocarlas desde la pasión, la vocación y el sentido común. Virtudes que emanan a raudales Juan Luis y Nerea. De nuevo,
muchas gracias.
Nota: este artículo lo publiqué en euskera en mi blog ETORKIZUNA ETORKIZUN el 4 de marzo de 2013