Seminario de Vitoria, 15 de febrero de 1980 |
No me gustaría caer en tópicos. Pero pienso que va a ser difícil, ya que el
nivel de las personalidades de Barandiaran y Lekuona – a más de mil años luz de
la mía- no me permiten gran juego en estas modestas líneas que siguen.
Decía Don Cosme en el “Deia” del 14 de febrero pasado: “A mi entender,
no se les debía de haber nombrado Honoris Causa”. Mire Don Cosme: sí y no.
Me explicaré.
En la mayoría de las veces, es al ser elegido anualmente el Premio Nobel de
cada especialidad cuando la mayoría de los mortales conocemos por primera vez
algún dato sobre la personalidad y méritos del premiado. En el caso de
Barandiaran y Lekuona sucede algo parecido ya que muy pocos saben acerca de los
recién nombrados Honoris Causa por la Facultad de Teología del Norte de España,
sita en el Seminario de Vitoria.
Desde su estancia en el seminario preceptoría de Baliarrain, los hoy
honoríficos doctores caminan de la mano y pelean al unísono por guardar y
engrandecer su particular carácter de vasco, frente a corrientes
desarraigadoras y cínicas. Cada uno de ellos ha utilizado las herramientas que
consideró en su día más propicias.
Permítame una pregunta, Don Manuel: ¿Qué sintió al leer su discurso una vez
de ser investido Doctor Honoris Causa? ¿Quizás la alegría del vencedor tras
sesenta años de espera? O, por el contrario ¿El sabor amargo que todos esos
largos años han dejado en la sociedad vasca? ¡Qué difícil es separar ambas
sensaciones cuando al vasco se le han negado hasta los mínimos!
Y ahora con Vd. – Don José Miguel: encontrándonos como estamos en un
proceso de descomposición gradual de nuestra sociedad, cuando no llegamos a
atisbar los fundamentos de ella: ¿Se han cumplido los objetivos que se
impuso en sus inicios? ¿Dónde podremos
encontrar guías como Vd. que mantengan viva la llama de nuestra conciencia
identitaria?
Don Cosme, perdóneme. Dice Vd. en
su argumentación para oponerse al reconocimiento académico que todo aquel
poseedor de un mínimo de cultura sabe de la labor llevada a cabo por estas dos
personalidades, claves en su día en el Seminario de Vitoria. Así debería de
ser... Pero ¿Cuántos son los especialistas en cultura vasca entre nosotros?
Barandiarán y Lekuona. He ahí dos líderes de extraordinaria valía. Luego
viene un pelotón con una decena de participantes. Y mucho más atrás, sin haber
partido aún de la meta, y abonados al farolillo rojo, nos encontramos el resto.
Traducción del original en euskera, que publiqué en Zeruko Argia, el 2 de marzo de 1980
Fotografía: Fundación Jose Miguel Barandiaran