La FAO ha
descubierto un nuevo mecanismo para paliar, si no erradicar, el hambre en el
mundo. Parece que la solución puede venir de los insectos, esos animalitos tan
suculentos, saludables y propicios para una buena dieta alimentaria.
Muchísimas gracias a
esa entidad dependiente de la "todopoderosa" ONU por mostrarnos el camino. Nunca
habríamos imaginado una solución más cómoda. Pero bien es cierto que para eso
tenemos en Bruselas tantos y tan
valiosos técnicos. Les ha costado un poco dar con la solución pero al fin lo
han conseguido.
Tras haber
investigado desde su creación en 1945 por ver de dar solución a esa plaga
bíblica que es el hambre, los sesudos responsables de la FAO han llegado a la
conclusión de que es imposible hacerles entrar en razón a los humanos y por lo
tanto hemos de echarnos al monte en busca de salida. Allí nos están esperando
los grillos, saltamontes, escarabajos, cigarras y resto de miembros del grupo
de animales más diversos existente sobre la Tierra ¡Que Dios les agradezca (a
los fao-fílicos) tan lúcido y maravilloso descubrimiento!
Pero en mi opinión existe
una laguna en su teoría o por lo menos a mí no me ha llegado la respuesta a la
siguiente pregunta: ¿Qué haremos los
pobres ciudadanos – montañeros o no- cuando los gigantes de la alimentación
como Nestlé, Unilever, Pepsi y demás se hagan con la propiedad de los insectos
mundiales? Porque ¿de verdad piensan en
la FAO que durarían mucho tiempo esos frágiles y simpáticos animalillos, hoy en día de dominio público, en pasar a ser propiedad única y exclusiva de las citadas corporaciones? Todo lo
susceptible de ser consumido tiene un precio. Precisamente esa es la razón de
que el hambre sea una realidad en el
mundo. Es por ello que pienso que los amigos de la FAO deberían darle una nueva
vuelta a su recomendación.
Nota: este artículo lo publiqué en euskera en mi blog "Etorkizuna Etorkizun" el 20 de mayo de 2013