Escribía hace unas fechas que para poder
avanzar en la vida debemos actuar esperanzados. Alguien me contestó que me veía
bastante optimista dado que la realidad no da, precisamente, muchas pistas para
atisbar un mañana de color azul. Por supuesto que es así, pero ya me diréis qué
ganamos dándonos una y otra vez contra el incierto oscuro muro que hemos
levantado entre todos.
De cualquier modo, esperanza no es sinónimo
de inocencia, aunque muchas veces se nos quiera rebautizar con una mezcla de
ambas virtudes, o defectos, según por dónde se cojan. La simpatía que podamos
tener por Olentzero o los Reyes Magos no debe hacernos confundir fantasía y
realidad.
Lo anterior me viene a cuento para
reafirmarme en mis ideas sobre el borbón que firma en el BOE los decretos reales que llegan a su mesa. En palabras de tal personaje, España ha
superado la crisis económica y ha cambiado de modelo productivo. Quien hace
semejantes declaraciones, una de dos, o nos toma por tontos o no sabe lo que
dice.
Yo no me baso en ese
tipo de aseveraciones para proclamar que debemos vivir en la esperanza. Esperanzados
sí, tontos no. Es por ello que de todas las majestades, yo creo únicamente en los reyes
magos, ya que por lo menos me traen ilusión.
Fotografía: Tere Anda
Traducción
del original en euskera, que publiqué en mi blog Etorkizuna Etorkizun el 16 de enero de
2017