En alguna época llegué a pensar que las nuevas
tecnologías nos acercarían la noticia. Pero, al igual que sucede con la verdad, he podido comprobar que ese pensamiento mío puede tener infinidad de caras que, por su parte, nos muestran a las claras que las
tecnologías son neutras, sin capacidad propia de maniobra.
Las tecnologías no podrán nunca por sí
mismas superar las distancias. Y estarán sometidas siempre a la voluntad de los
humanos, manipuladas y dirigidas por ellos. La energía nuclear, per se, no es ni buena ni mala. Su
utilización es la que marca el signo cualitativo. Es más, lo que para algunos
es bueno para una mayoría puede resultar perjudicial, a tenor del resultado
inducido en el colectivo. Es decir, que a la postre el resultado de la acción
depende básicamente de la voluntad de las personas, siendo la tecnología una mera
excusa.
Más insalvables que las geográficas resultan
las distancias mentales. Mientras aquellas pueden ser reducidas, los
enrevesados mecanismos de las segundas dificultan una y otra vez el
acercamiento entre las personas. En vez de buscar una solución se enredan en
oscuros laberintos difíciles de explicar.
Para bien y para mal, son los sesudos
dirigentes de los medios que utilizan las nuevas tecnologías los responsables
del resultado de su aplicación. Y aunque esas puedan hacer mucho por abordar la
necesaria reducción del espacio que separa a los ciudadanos, no se avanzará ni
un milímetro en el acercamiento si no existe voluntad por lograrlo. Las
cortapisas mentales son las más peligrosas y de esas tenemos cantidad
de muestras diarias en los medios de comunicación euskaldunes.
zurkain@euskalnet.net
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Traducción del artículo que escribí en euskera en mi blog Etorkizuna Etorkizun el 21 de enero 2013