Hace unos días un joven periodista vasco se preguntaba preocupado el
porqué de que, transcurridos casi cuarenta años desde que se impuso el sistema
vasco de enseñanza, los jóvenes euskaldunes utilicen más y más el castellano en
sus relaciones. Diría yo que la realidad implacable le ha mostrado a dicho
periodista la cruda verdad: siendo la mejor opción ¿para qué utilizar la
lengua bárbara?
Por ejemplo, porque era la mejor opción se eligió para dirigir
Donostia 2016 a un ciudadano desconocedor de la lengua vasca. Y los que así lo defendieron
se quedaron tan tranquilos, sin reparar en la carga negativa de sus palabras.
Pero resulta que es verdad, que tenían toda la razón, ya que también alguien
que conociera solamente el japonés o el swahili podría realizar una
extraordinaria labor al frente del experimento donostiarra que tendrá su
culminación dentro de dos años. Porque al fin y a la postre, los objetivos
profesionales se miden por los resultados y no por los idiomas.
Al igual que al director de Donostia 2016, a mí también me sucede que
me expreso mucho mejor en castellano que en lengua vasca. Y estoy seguro que a
los políticos y funcionarios que en ayuntamientos, diputaciones y gobierno
vasco nos hacen cumplir a rajatabla “la ley del euskera” les sucede tres cuartas
partes de lo mismo, ya que se encuentran mucho más cómodos actuando en la
lengua en la que estoy escribiendo en estos momentos. Y que nadie me diga que
no, porque podría poner cantidad de ejemplos.
Entonces ¿para qué perder el tiempo inútilmente? Utilicemos la lengua
del imperio y se acabó el problema. ¿No sería la mejor opción, sobre todo en
momentos como los actuales con grandes recortes en los programas sociales que
ponen en riesgo la propia estabilidad del país?
Algo me dice que este país nuestro ha perdido su norte. ¿O yo
equivoqué la dirección hace ya de ello cuarenta y dos años, no apostando por la
mejor opción?
Este
artículo lo publiqué en euskera en mi blog ETORKIZUNA ETORKIZUN el 13 de octubre de 2014.
Fotos: Tere Anda