Hoy también ha llamado el cartero
en mi puerta, como casi todos los mediodías. Y como siempre me ha llegado desde
el telefonillo el aviso en un idioma que no utilizamos en casa: “Paquete
certificado, bajen”. He enviado a mi hija, ya que cada día que pasa se me hace
más penoso bajar –y sobre todo subir- las escaleras a un tercer piso en un
edificio sin ascensor. Los primeros inconvenientes del envejecimiento, sin
duda.
Enseguida ha vuelto la niña
trayendo en sus manos un paquete de tamaño medio. Era para mí, enviado por Xabier Mendiaga desde Alemania, a donde
ha acudido como todos los años a la Feria de Colonia, en un intento por vender
cerraduras. Y no perdiendo la ocasión, en un rato de ocio me ha comprado unos
libros que le había solicitado y otros que ha supuesto me podrían interesar.
“Ahí tienes los libros que me
pediste y alguno que otro que he encontrado” me decía en la nota adjunta,
añadiendo “lo más interesante, en mi opinión, son las reflexiones del Dr.
Hans Heigert, presidente del Instituto Goethe; no dejes de leerlas” El
Instituto Goethe tiene como misión la divulgación de la cultura alemana y del
idioma alemán en el exterior. Y por lo que parece, a los más de 70 millones de
alemán parlantes de nacionalidad germana el Instituto persigue añadir otros
muchos que viven allá las fronteras alemanas, y para ello ha abierto oficinas
con todo lujo de servicios en Moscú, Varsovia, Sofía y Praga.
“Nadie desea un nuevo nacional socialismo, pero tras la reunificación de
nuestro país los alemanes podemos llegar a ser la primera potencia” proclama en Dr. Heigert. No llego a vislumbrar cómo pasarán los
alemanes reunificados en los próximos cinco años. Muy seguramente, hasta
superar el costo del proceso de unión se tendrán que atar el cinturón como
pocas veces lo han hecho antes. Pero, por si acaso, vayámonos preparando, no
vaya a resultarnos luego caro a nosotros. Podría suceder cualquier cosa.
Traducción del artículo que escribí en euskera en Euskaldunon Egunkaria el 26 de marzo de 1991
Foto: TERE ANDA
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