Si
viviéramos en la sociedad cuasi unilineal de nuestros ancestros el adagio sería
aplicable, en todos sus sentidos. Estando como estaban ellos acostumbrados a
desarrollar su modo de vida con la mirada puesta en el cielo, sabían perfectamente que la
nieve –caída, eso sí, de manera no violenta-
era un beneficio para su de por sí
modesta economía. Debían conformarse con poco y las nevadas resultaban una
bendición para sus huertas, campos y bosques. Y mientras no desaparecía el blanco
manto del exterior y las condiciones meteorológicas no les permitían el trabajo con normalidad,
nuestros abuelos y abuelas permanecían al arrimo del fuego bajo, sin prisa,
esperando que el cielo les propiciara el día adecuado para reanudar su acostumbrado
ritmo diario.
Haciendo
caso a la sabiduría popular, podríamos aventurar que las tormentas de nieve que
hemos tenido estas últimos semanas harán su efecto en la floración del fruto en
nuestros robledales y el próximo otoño abundará en ellos la bellota. Lo que no tengo muy seguro es si actualmente nuestros aldeanos recolectan como antaño dicho elemento al
haber disminuido hasta cotas simbólicas la presencia del ganado en sus
caseríos. Pero, en cualquier caso, este hecho no resta credibilidad al viejo
refrán.
De
lo que sí cojea la frase es de su posible aplicabilidad. Porque es más que
cierto que actualmente la nieve trae poco bien y muchos quebraderos de cabeza y
problemas a la sociedad multilineal que hemos levantado. Incluso, por supuesto,
a los habitantes de los caseríos que viven mirando a la calle y no al cielo. La
complejidad de nuestra sociedad está arrinconando más y más el saber popular.
L (1) La expresión similar en euskera es Elur urte
ezkur urte, que literalmente significa Año de nieve, año de bellotas.
Nota: este artículo lo publiqué en euskera en mi blog ETORKIZUNA ETORKIZUN el 25 de febrero de 2013
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