Perunezarra |
Si algún vasco ha concitado en la historia el respeto de sus paisanos, ése ha sido Don José Miguel. Estoy seguro de que con citar solamente el nombre los lectores saben que me estoy refiriendo al sabio de Ataún.
Hoy, 31 de diciembre, se cumplen
ciento veinticinco años del nacimiento de DJMB en el caserío Perunezarra y soy
de la opinión de que en nuestros días es más necesaria que nunca la lección que
impartió Barandiarán en su larga trayectoria investigativa y docente. No tengo
dudas sobre el particular ya que aquel gran hombre impregnó con un humanismo
universal el discurso científico que emanaba desde su tribuna, dándole con ello
un valor imperecedero.
Su personalidad de arqueólogo,
antropólogo, pensador, vascófilo, sacerdote y ciudadano comprometido la tejió
Don José Miguel desde la necesidad de relación y comunicación sin condiciones
con sus semejantes y es ello lo que le propició el respeto y admiración de la
sociedad.
Don José Miguel en Leze Txiki, en 1957 |
Barandiarán solía decir que le
gustaría ser recordado por haber amado el amor. No quería, ni necesitaba, otra
definición. Toda su vida había procedido de la misma manera, incluso en los
difíciles años del Seminario de Gasteiz, allá en los comienzos de su larga
carrera intelectual. DJMB impregnó su amplia y profunda aportación científico
cultural con principios humanos básicos que ya en sus días infantiles aprendió
en el hogar familiar. Y divulgó la ciencia con el sentimiento inmortal del
amor. Es por ello que debemos reivindicar una y otra vez la figura de nuestro
científico más universal.
Este
artículo lo publiqué en euskera en mi blog ETORKIZUNA ETORKIZUN el 29 de diciembre de 2014.
Fotos: Fundación José Miguel de Barandiarán
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