Apareció una
noticia la semana pasada que trajo como consecuencia un terrible bajón en
mi autoestima: los vascos no somos tan antiguos como hemos venido suponiendo.
Por lo que se nos explicó con detalle desde los medios, aparecimos por estos
andurriales al tiempo que “el resto” de españoles. Incluso, decían, puede ser
que el euskera no sea tan nuestro.
¡No me digáis
que tal mensaje no es como para caer hundido anímicamente en la más triste de
las miserias! La llama del independentismo, a todas luces, estaba encendida
sobre una idea falsa. ¡Vaya desgracia la nuestra! Y, obviamente, el profundo
desconocimiento del tema debíamos achacar a Sabino, culpable único de que sobre
nuestras cabezas haya caído semejante maldición divina.
Por supuesto que quedo muy agradecido a esos medios españoles que han hecho
posible se abran mis ojos. Y aunque sumido en profunda depresión, por lo menos
ahora sé la verdad (la rigurosamente científica, la definitiva) De tal manera
que cuando entretenga con cuentos a mis nietos les deberé confesar que
nosotros los vascos no somos tan viejos. Aunque bien pensado, y con vista a
recuperar la alegría de vivir, quizás les diga también que aquel nuestro primer mono, contemporáneo – eso sí- de los del “resto”, era el más guapo. ¿Que
cómo lo sé? Simplemente por tradición familiar. ¡Jodé, vaya tranquilo que me
quedo!
Traducción del original en euskera, que publiqué en mi blogEtorkizuna
Etorkizunel 14 de septiembre
de 2015.