En cantidad de ocasiones hemos deseado quemar en
alguna hipotética hoguera los malos momentos del viejo año, pensando de esa
manera que el camino en la vida se nos haría más llevadero. Pero la cruda
realidad es que, encaramados en la atalaya creciente de
las propias vivencias, al año que comienza lo saludamos desde similares coordenadas a
las del que nos ha dejado para siempre.
Si verdaderamente se pudieran eliminar de un plumazo las frustraciones, los intentos baldíos y las sorpresas desagradables de los doce últimos meses, de seguro el avance resultaría más ligero, pero en la práctica conocemos que caminamos con la mochila de la experiencia a nuestras espaldas, observando lo que nos viene desde un conocimiento más y más pesado, con lo que ello supone de ventaja e inconveniente.
Si verdaderamente se pudieran eliminar de un plumazo las frustraciones, los intentos baldíos y las sorpresas desagradables de los doce últimos meses, de seguro el avance resultaría más ligero, pero en la práctica conocemos que caminamos con la mochila de la experiencia a nuestras espaldas, observando lo que nos viene desde un conocimiento más y más pesado, con lo que ello supone de ventaja e inconveniente.
Una hoguera de vivencias no allanaría el camino. Y
si no, preguntarle al amigo Delfín, que brindó el último día del año por todos
nosotros. Lleva noventa y nueve fuegos de errepuierre y en cada ocasión lo ha prendido en
la esperanza de uno nuevo, sabiendo que mientras llegue el momento su experiencia
se verá enriquecida con nuevas caídas y saltos hacia adelante.
Fotografía: JMVM
Así es Jose Mari, así es. A pesar de todo la experincia no me impide desearos a todos URTE BERRI HOBE!!!!!.
ResponderEliminareskerrik asko, Eugenio!
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