¿Pero qué saben los filósofos sobre la vida
si siempre están filosofando?
Eso es lo que exclama cínicamente un personaje en la obra teatral “Preguntas”,
poniendo en solfa las teóricas virtudes de la filosofía. Poco más o menos como
algunos políticos del PP, empeñados sin que les tiemble el pulso en que
desaparezca de los planes de enseñanza la impartición de esta asignatura.
La
filosofía invita a cuestionarnos constantemente nuestro proceder. Enriquece el
espíritu a través de las dudas e inquietudes. Y la formulación de preguntas que
nunca tendrán respuesta absoluta permite
evitar la atrofia mental, peligro que nos acecha en este remolino materialista
opresor en el que nos encontramos, rodeados de basura imposible de reciclar.
La
mísera corriente neoliberal que acecha a cada momento, se empeña en que nuestra torre de
valores se desmorone, con un objetivo claro: anular la conciencia libre de la
sociedad. Y para ello clasifica como de alto riesgo todas aquellas herramientas
y materias que nos ayudan a pensar por nosotros mismos. Por ello, para estos
políticos omnívoros insaciables es preciso
que los ciudadanos de a pie sigamos en la más absoluta de las pobrezas
culturales, como muñecos sin capacidad para la reacción liberalizadora. Y en su
cruzada particular y cual verdugos
implacables, comienzan por la escuela, crisol de pensadores.
Sin
embargo, corresponde a quienes no estamos de acuerdo con esos planteamientos
aniquiladores enfrentarnos a ellos. Por lo menos mientras nos quede un poco de espíritu crítico. Porque, señores, el desarrollo de la sociedad no se basa
exclusivamente en el famoso trinomio I+D+I. A no ser, claro está, que deseemos
convertirnos en estériles maquinas.
Argazkia: Tere Anda
Este
artículo lo publiqué en euskera en mi blog ETORKIZUNA ETORKIZUN el 6 de enero de 2014
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