Julio Galarta es un artista con una inmensa obra. Aunque, paradojas, su nombre como pintor ha quedado en un segundo plano, consecuencia en gran
parte del carácter reservado, de la sencillez del Galarta hombre. Desde la Asociación
de Amigos del Pintor Julio Galarta trabajamos por poner a nuestro artista en
el lugar que le corresponde. Nunca es tarde.
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GalARTa (Julio)
Cuando se trata de resumir la obra de toda una vida en unas pocas líneas,
estamos obligados previamente a concretar de modo correcto sus límites. Además,
si la vida de la persona que pretendo destacar en los siguientes apartados es
tan abundante y amplia, es aún más difícil llevar a cabo este cometido. Sin
embargo, al mismo tiempo, el esfuerzo para llevar a cabo esta tarea tiene su
compensación y la dificultad se convierte en acicate. Eso mismo siento yo
cuando doy comienzo a esta reflexión sobre Julio Galarta.
Desconozco si
me es favorable o no el hecho de ser antiguo admirador de Julio. El hecho de
haberle tratado y la amistad que nos une pueden complicar esta labor y, por
tanto, he de tomar medidas, no vaya a equivocarme. Estoy seguro, no obstante, de que antes de
finalizar este escrito el corazón me enviará sus mensajes, para que tenga en
cuenta su aportación en los trazos necesariamente marcados por la razón. De
todas formas, prometo ser objetivo.
Al ponerme a
pensar cómo podría definir del modo más preciso a Julio Galarta, me he
concentrado en la idoneidad de su apellido, analizando si el mismo podía
marcarme algún camino. Y tras darle algunas vueltas me he dado cuenta de que la
palabra Galarta viene a ser un acrónimo y sus letras guardan las cualidades que
tanta fuerza han dado a la personalidad de Julio. G- a- l- ART- a Partiendo
de esta confirmación he visto que podría llegar hasta el final desde una
perspectiva lógica y con agrado me he aferrado a la tarea.
G.
(Gizona)
Hombre Visto desde la perspectiva más restringida
y, asimismo, más amplia, Julio es hombre de un estilo - como dirían nuestros
mayores- perdido ya para siempre, un perfecto caballero. Y si lo analizáramos
desde una perspectiva familiar, es también hombre, con todas sus virtudes y
defectos.
Aramaio, 1983 |
Retoño de
bosque ajeno –nacido en el año 1917- y trasplantado a un hábitat
diferente, pronto se acostumbró a sus
nuevos cielos. Llegó a Arrasate de niño y todavía chaval conoció las
dificultades de la vida. Los colores que impregnaron la conciencia de Julio en
aquellos años fueron grises, oscuros, tonos que no hacían presagiar la
explosión de futuros colores. Estudió sus primeras letras con las monjas de La
Merced, siendo Sor Margarita quien dejó en él
hermosos recuerdos.
Luchó de la
manera más airosa para poder avanzar en sus años jóvenes y lo hizo superando
innumerables obstáculos y dificultades. Finalizó sus estudios primarios con el
maestro Lucio Portillo en la Eskola Zaharra (Escuela Vieja) con 14 años. Y en
seguida a trabajar, en Roneo. Eran los
años de la República y en Euskal Herria florecía aquel denominado renacimiento
vasco –Euskal Pizkundea. También en las calles de Arrasate. Las inquietudes de
la juventud local se erigían a tenor de los sentimientos e ideales individuales
y Julio eligió con empeño la pintura y la música. Enfocadas ambas, además,
desde postulados nacionalistas.
Fue tiple de la
parroquia y estudió música con Don Dionisio, quien le ayudó a desentrañar los
secretos del txistu. Otxoa, Torres y Julio: ¡Cuántos pasacalles, cuántos
arin-arin! No importaba si la fiesta se organizaba en el Batzoki de los
nacionalistas o en el Círculo de los carlistas. El estaba allí con su txistu,
animando las fiestas de unos y de otros. Y con Antonio Armengou cursó sus primeras
clases de dibujo, con suma seriedad, convencido de que se hace camino al andar.
Atrapado por el encanto de la pintura, hizo sus primeros ensayos en la soledad
de su casa, mediante acuarela. Aún no se atrevía a mostrar en público su
entusiasmo interno por la expresividad plástica, pero sabía que ésta era la
modalidad artística que más le colmaba. Un poco tímido ante su cada vez más
sólida apuesta, limitaba sus sueños al círculo de los amigos. Felix Iraola,
Gregorio Azkoaga, Antonio Ansoategi... se convirtieron en los promotores
anónimos de aquel joven, y así continuaron a partir de aquel momento.
El ideal
promovido por el ambiente social en aquellos jóvenes tomó en el caso del joven
Julio una dimensión extraordinaria. La mano del sacerdote José Markiegi tuvo
reflejo en su vida y precisamente con Markiegi hizo progresos en el área del
euskera y –deslumbrado, al parecer, por un tipo de arte diferente– hizo su
inmersión en el mundo del teatro. Los aires de la política también llegaron a
Julio e hizo suyas las proclamas de ANV. Hace poco me confesaba “siempre he sido bastante de izquierdas".
A sabiendas de
que los estudios de maestría industrial le asentarían en su formación
profesional, una vez a la semana, junto a otros compañeros de Roneo, se
acercaba a la Escuela de Bergara. No pudo terminarlos ya que la guerra
interrumpió los deseos formativos de Julio. Y la guerra le trajo el frente, lo
que le condujo al hospital de Sevilla.
Poza de la Sal, 1968 |
Y el regreso a
casa. De nuevo los colores grises eran la tónica en el pueblo y Julio recuperó
sus pinceles, en un intento por poner un poco de color a la vida. Desde
entonces y tras siete décadas, continúa con ese objetivo. Este mismo mes de abril, contemplando como
estábamos el ríachuelo lindante al jardín de la residencia de Aretxabaleta, me
ha confesado: “cuando me recupere un poco quisiera pintar este rincón”.
Y estoy seguro de que en su interior tenía estructurada la imagen colorista
correspondiente.
A.
Arrasate,
Angelines, Aramaio, Araba, Akixo… Tantas A hay en la vida de Julio que cualquiera sabe en qué orden habría
que colocarlas. Ya nos ha aparecido la primera, con gran fuerza: Arrasate. Era
un auténtico arrasatearra-mondragonés, de esos que utilizan (han utilizado)
continuamente “hola ok pa!!” Desde la casa del nº 50 de Erdiko Kale hizo
suyos los sonidos, olores, susurros, colores… del pueblo. Y nuestras calles y
cantones han sido retratados sin cesar por sus pinceles, hoy en tono ocre,
mañana azul, ayer con aquel detalle, hoy, sin embargo, con este otro.
Angelines es el amor de Julio, amor escrito con
mayúscula. Compartieron durante cuarenta largos años la ilusión de un mejor
futuro, en una sociedad rígida e inflexible que casi nada sabía sobre la
libertad de los sentimientos humanos. Los corazones de ambos, sin embargo, se prometieron
mutuamente amor verdadero y supieron ser felices en aquel abrupto trayecto.
He puesto en tercer lugar a Aramaio, ya que Julio
desde su juventud ha plasmado en sus imágenes los diferentes rincones de aquel
valle. En cierta ocasión, le echó en cara – eso sí, con gran respeto- a la
afamada pintora paisajística Mentxu Gal que no era ciertamente conocedora de la
belleza de Euskal Herria... porque no había estado jamás en Aramaio.
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