martes, 21 de abril de 2015

JULIO GALARTA. Apuntes biográficos

Las líneas que siguen las escribí ahora hace cuatro años. Aún vivía Julio Galarta. Sin embargo, el último punto del escrito coincidió con el momento en que me dieron la noticia del fallecimiento del artista mondragonés. Estábamos por aquel entonces preparando una exposición de su obra y este texto lo había escrito para el catálogo que publicamos con aquel motivo.

Julio Galarta es un artista con una inmensa obra. Aunque, paradojas,  su nombre como pintor ha quedado en un segundo plano, consecuencia en gran parte del carácter reservado, de la sencillez del Galarta hombre. Desde la Asociación de Amigos del Pintor Julio Galarta trabajamos por poner a nuestro artista en el lugar que le corresponde. Nunca es tarde.


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GalARTa (Julio)

Cuando se trata de resumir la obra de toda una vida en unas pocas líneas, estamos obligados previamente a concretar de modo correcto sus límites. Además, si la vida de la persona que pretendo destacar en los siguientes apartados es tan abundante y amplia, es aún más difícil llevar a cabo este cometido. Sin embargo, al mismo tiempo, el esfuerzo para llevar a cabo esta tarea tiene su compensación y la dificultad se convierte en acicate. Eso mismo siento yo cuando doy comienzo a esta reflexión sobre Julio Galarta.

Desconozco si me es favorable o no el hecho de ser antiguo admirador de Julio. El hecho de haberle tratado y la amistad que nos une pueden complicar esta labor y, por tanto, he de tomar medidas, no vaya a equivocarme.  Estoy seguro, no obstante, de que antes de finalizar este escrito el corazón me enviará sus mensajes, para que tenga en cuenta su aportación en los trazos necesariamente marcados por la razón. De todas formas, prometo ser objetivo.

Al ponerme a pensar cómo podría definir del modo más preciso a Julio Galarta, me he concentrado en la idoneidad de su apellido, analizando si el mismo podía marcarme algún camino. Y tras darle algunas vueltas me he dado cuenta de que la palabra Galarta viene a ser un acrónimo y sus letras guardan las cualidades que tanta fuerza han dado a la personalidad de Julio.  G- a- l- ART- a  Partiendo de esta confirmación he visto que podría llegar hasta el final desde una perspectiva lógica y con agrado me he aferrado a la tarea. 

G.
(Gizona) Hombre Visto desde la perspectiva más restringida y, asimismo, más amplia, Julio es hombre de un estilo - como dirían nuestros mayores- perdido ya para siempre, un perfecto caballero. Y si lo analizáramos desde una perspectiva familiar, es también hombre, con todas sus virtudes y defectos.

Aramaio, 1983
Retoño de bosque ajeno –nacido en el año 1917- y trasplantado a un hábitat diferente,  pronto se acostumbró a sus nuevos cielos. Llegó a Arrasate de niño y todavía chaval conoció las dificultades de la vida. Los colores que impregnaron la conciencia de Julio en aquellos años fueron grises, oscuros, tonos que no hacían presagiar la explosión de futuros colores. Estudió sus primeras letras con las monjas de La Merced, siendo Sor Margarita quien dejó en él  hermosos recuerdos.

Luchó de la manera más airosa para poder avanzar en sus años jóvenes y lo hizo superando innumerables obstáculos y dificultades. Finalizó sus estudios primarios con el maestro Lucio Portillo en la Eskola Zaharra (Escuela Vieja) con 14 años. Y en seguida a trabajar, en Roneo.  Eran los años de la República y en Euskal Herria florecía aquel denominado renacimiento vasco –Euskal Pizkundea. También en las calles de Arrasate. Las inquietudes de la juventud local se erigían a tenor de los sentimientos e ideales individuales y Julio eligió con empeño la pintura y la música. Enfocadas ambas, además, desde postulados nacionalistas.

Fue tiple de la parroquia y estudió música con Don Dionisio, quien le ayudó a desentrañar los secretos del txistu. Otxoa, Torres y Julio: ¡Cuántos pasacalles, cuántos arin-arin! No importaba si la fiesta se organizaba en el Batzoki de los nacionalistas o en el Círculo de los carlistas. El estaba allí con su txistu, animando las fiestas de unos y de otros. Y con Antonio Armengou cursó sus primeras clases de dibujo, con suma seriedad, convencido de que se hace camino al andar. Atrapado por el encanto de la pintura, hizo sus primeros ensayos en la soledad de su casa, mediante acuarela. Aún no se atrevía a mostrar en público su entusiasmo interno por la expresividad plástica, pero sabía que ésta era la modalidad artística que más le colmaba. Un poco tímido ante su cada vez más sólida apuesta, limitaba sus sueños al círculo de los amigos. Felix Iraola, Gregorio Azkoaga, Antonio Ansoategi... se convirtieron en los promotores anónimos de aquel joven, y así continuaron a partir de aquel momento.

El ideal promovido por el ambiente social en aquellos jóvenes tomó en el caso del joven Julio una dimensión extraordinaria. La mano del sacerdote José Markiegi tuvo reflejo en su vida y precisamente con Markiegi hizo progresos en el área del euskera y –deslumbrado, al parecer, por un tipo de arte diferente– hizo su inmersión en el mundo del teatro. Los aires de la política también llegaron a Julio e hizo suyas las proclamas de ANV. Hace poco me confesaba “siempre he sido bastante de izquierdas".

A sabiendas de que los estudios de maestría industrial le asentarían en su formación profesional, una vez a la semana, junto a otros compañeros de Roneo, se acercaba a la Escuela de Bergara. No pudo terminarlos ya que la guerra interrumpió los deseos formativos de Julio. Y la guerra le trajo el frente, lo que le condujo al hospital de Sevilla.

Poza de la Sal, 1968
Y el regreso a casa. De nuevo los colores grises eran la tónica en el pueblo y Julio recuperó sus pinceles, en un intento por poner un poco de color a la vida. Desde entonces y tras siete décadas, continúa con ese objetivo. Este mismo mes de abril, contemplando como estábamos el ríachuelo lindante al jardín de la residencia de Aretxabaleta, me ha confesado: “cuando me recupere un poco quisiera pintar este rincón”. Y estoy seguro de que en su interior tenía estructurada la imagen colorista correspondiente.

A.

Arrasate, Angelines, Aramaio, Araba, Akixo… Tantas A hay en la vida de Julio que cualquiera sabe en qué orden habría que colocarlas. Ya nos ha aparecido la primera, con gran fuerza: Arrasate. Era un auténtico arrasatearra-mondragonés, de esos que utilizan (han utilizado) continuamente “hola ok pa!!” Desde la casa del nº 50 de Erdiko Kale hizo suyos los sonidos, olores, susurros, colores… del pueblo. Y nuestras calles y cantones han sido retratados sin cesar por sus pinceles, hoy en tono ocre, mañana azul, ayer con aquel detalle, hoy, sin embargo, con este otro.

Angelines es el amor de Julio, amor escrito con mayúscula. Compartieron durante cuarenta largos años la ilusión de un mejor futuro, en una sociedad rígida e inflexible que casi nada sabía sobre la libertad de los sentimientos humanos. Los corazones de ambos, sin embargo, se prometieron mutuamente amor verdadero y supieron ser felices en aquel abrupto trayecto.

He puesto en tercer lugar a Aramaio, ya que Julio desde su juventud ha plasmado en sus imágenes los diferentes rincones de aquel valle. En cierta ocasión, le echó en cara – eso sí, con gran respeto- a la afamada pintora paisajística Mentxu Gal que no era ciertamente conocedora de la belleza de Euskal Herria... porque no había estado jamás en Aramaio.

Ha tenido inclinación especial por Alava. Siempre le ha atraído la Alava multicolor y a menudo encontramos a nuestro artista en Barrundia y/o por los parajes riojanos, fijándolos en sus tonos especiales.

¿Y qué vamos a decir sobre el caserío Akixo? ¡Cuántas veces habrá pintado el caserío de Garagartza! Hasta con los ojos cerrados ha sido Julio capaz de plasmar con todo lujo de detalles el conjunto de edificios que lo conforman.

L.
L (Largo) Julio se nos muestra largo en resultado, en generosidad, en enseñanza, en la vida. Ha sido el artista plástico más fructífero de Arrasate, con miles de imágenes y pinturas, diseminadas por doquier. Muchos de los que han dado sus primeros pasos en el mundo de la pintura con Julio consideran a éste su maestro. Un maestro abierto, docto, exigente, generoso, que ha actuado a través de generaciones desde la cátedra popular espontánea. La de Julio ha sido una larga lección magistral, que no podrá nunca ser recompensada.

Julio ha trabajado largo en el ámbito geográfico artístico y en los motivos. Aunque haya destacado en el paisaje, no ha evitado temas de otra índole. “Le han dado carácter a la totalidad de mi obra”. Su círculo de amigos es largo, y él es largo en elegancia, largo en  originalidad.

ART.
Artista. Así, una única palabra. Julio me pidió un texto para el catálogo de la exposición celebrada en la Casa del Cordón de Vitoria en el año 1987, bajo el título de “Paisajes vascos” y en mis palabras le invité a que cambiara la placa que tenía colocada en la puerta de su estudio, para ser sustituida por la que señalase escuetamente “Julio Galarta. Pintor”. Y eso porque Julio, además del resto de cualidades, es artista.

Comprometido con el trabajo de calidad, Julio es un puro creador, con abundante dotes imaginativas. Si bien fue alumno en la Escuela de Artes y Oficios de la Fundación Viteri de Arrasate, con Antonio Armengou, enseguida comenzó su propia trayectoria. Aunque está convencido de que para ser artista los centros de aprendizaje son imprescindibles, obligado por la poca sensibilidad que ha existido (¿existe?) en Arrasate para el arte, buscó nuevos espacios por su cuenta. Estamos a comienzos de la década de los 40 del siglo XX, y como Julio se encuentra a gusto con las acuarelas, realiza sus primeros ensayos formales con ese material. Acude a clases de dibujo natural en Bergara con Miguel Okina –amigo y orientador, a quien jamás olvidará- y seguidamente realiza el salto al óleo, allá por el año 1945.

Por tanto, hace pública su obra y se expone a los críticos, para bien y para mal. Pero Arrasate no es San Sebastián y, como para otros temas, también para el arte la distancia geográfica existente desde la capital de Gipuzkoa hasta nuestro pueblo es menor que las fronteras mentales existentes entre estas dos localidades. Si ahora tampoco es nada fácil para una persona que vive en el Alto Deba aparecer en los medios de ámbito provincial, ¡imaginémonos lo que sería eso a mediados del pasado siglo! No obstante, Julio es de los que no se amilanan y en el otoño de 1956 envió dos trabajos a la exposición “Paisajes Vascos 1956” en el Círculo Cultural de Gipuzkoa. He aquí la mención que realizó J. Arramel en el diario donostiarra Unidad:

“Hemos de proclamar, sin ambajes a este respecto –saliéndonos por una vez de nuestra norma habitual de no señalar a nadie con el dedo- la excelente impresión que nos han causado los dos paisajes de Julio Galarta. Ignoramos en absoluto quién es este pintor, para nosotros “nuevo en esta plaza”. Su contraluz, de Durango, y su soleado, de Elgueta, denotan por la riqueza de matización, limpieza de paleta y ajuste cromático, respondiendo, además, a un criterio preciso del paisaje, un pintor nada vulgar en la interpretación del nuestro”

Pero Julio ya sabía que para el oficio de pintor su formación era insuficiente, y valiéndose de las facilidades dadas por la empresa Roneo, marchó a Barcelona, primeramente a la Academia de Pintura de Tarregas, para realizar un curso. Posteriormente, en el año 1953, se matriculó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge de la capital catalana, para llevar a cabo el Magisterio de Dibujo. De esta manera, gracias al ambiente que se disfrutaba en dicha Escuela, Julio se hace con un bagaje artístico cada vez más rico. Tuvo como profesores a Santasusagna, Puigdengoles, Labarta, Muntané, Ribera… Como lo ha dicho él en más de una ocasión, en su obra se puede vislumbrar influencia de los pintores paisajísticos vascos así como de los catalanes. En palabras del catedrático de Historia del Arte Jose Maria Arenaza “Aquellos modos han cristalizado en un paisajismo exquisito, en el que nada queda suelto. El brillo del agua, los reflejos del cielo, el verde de los prados y el caserío abandonado. Todo está en la obra de Julio Galarta”

Cuarenta años después, en el año de 1996, los artistas de esa promoción organizaron la exposición colectiva “Avinyo 56” y Julio llevó sus obras a dicha muestra, junto con la de los que formaban la denominada “Promoció de Belles Artes”.

Finalizada la formación teórico reglada y apoyándose en la confianza que va ganando día a día, Julio presenta en mayo de 1966 su primera exposición en la Sala de Arte Municipal de San Sebastián. Llevó 36 óleos y la crítica quedó maravillada de nuevo ante el pintor que vuelven a considerar “totalmente desconocido”. El prestigioso artista y crítico Vicente Cobreros Uranga escribió dentro de un texto más extenso, emitido por la emisora Radio San Sebastian:

“Conocemos, en la mayoría de los casos, el proceso formativo de nuestros jóvenes pintores: sus dudas, sus luchas, su aprendizaje... Pero esto de ahora, el surgir de entre nosotros como por ensalmo, un pintor ya en plenitud, sin que conozcamos su “pedigree” es, en verdad, inusitado. Y más, mucho más, cuando ese pintor adviene a la palestra del arte contemporáneo con el énfasis tranquilo de quien está de vuelta de esa procesión de los ismos, que siempre encuentra partidarios de última hora, que hacen buenos a los anteriores, por sus demagógicos radicalismos. Así, pues, Julio Galarta Bengoa, nuevo en esta plaza, no sólo corta las dos orejas, sino que sale a hombros por la puerta grande, como los triunfadores.

... En la obra de Galarta palpita la emoción que el paisajista nato siente ante la naturaleza, siempre distinta, no sólo en su constitución geográfica sino, sobre todo, en luces y, por ende, colores que constituyen, dígase lo que se quiera, la entraña más honda y recóndita del paisaje. De aquí, lo que tanto se desdeña hoy en el paisaje... por los que no pueden alcanzarlo.

... El paisaje vive, tiene alma: el latido de esta vida y el temblar de esta alma, son los que, limpiamente, con exquisita sencillez y naturalidad, Julio Galarta Bengoa, el pintor vasco que nadie conocía y que surge como milagro en la aridez de nuestro clima artístico traslada a su obra, en plena madurez expresiva, con la pujante alegría de su primaveral juventud.

¡Albricias, aficionados al arte guipuzcoano!: tenemos un excelente pintor entre nosotros, que honra y honrará, más y más, nuestro arte”

Las palabras de Vicente Cobreros fueron tan alentadoras como honestas, ya que él no conocía personalmente a Julio Galarta, como se puede apreciar de la frase "primavera-juventud", puesto que por aquel entonces Julio estaba a punto de cumplir los 50 años. Cobreros, por tanto, analizaba a Galarta exclusivamente a través de su obra.

Poco a poco, la trayectoria de Julio se hace cada vez más amplia y su producción se multiplica, llegándole de aquí y de allá pedidos e invitaciones para exponer. El nombre de Galarta comienza a citarse entre los más afamados pintores vascos paisajísticos. Fiel a su estilo, arriesga constantemente, buscando la armonía entre espacios y colores. El propio Julio reconoce:

“Siempre hay que aprender de la naturaleza. La luz de Euskal Herria es muy perecedera, breve, y hay que esforzarse con ganas para lograr los efectos de color. En mi carrera he ido cambiando la tendencia del color. Al principio los tonos eran más escuetos y con el tiempo me he esforzado en recoger gran cantidad de matices. Cada imagen de color es la expresión de la preferencia que tengo por el color. El cambio del color expresa el valor de la pintura. Puedo pintar el mismo paisaje con total libertad, pretendiendo dar a la obra el estado de mi espíritu”

Al igual que cualquier otro artista, el arte de Julio ha experimentado una evolución. Figurativo en su sentido más estricto, desde los primeros momentos de su carrera se alineó con los postulados del postimpresionismo. Como ha expresado en alguna ocasión la crítica, también ha hecho un hueco al expresionismo. Pero a Galarta le atrae el paisaje vasco en su modo más salvaje, es decir, ha trabajado con ojos y propósitos críticos, plasmando en sus pinturas el entorno natural, antes de que desapareciera de la conciencia colectiva tras las intervenciones violentas sin fin que hombres y mujeres hemos realizado en aquél. Julio está preocupado por el atentado contra la naturaleza y con las armas más adecuadas de que dispone denuncia la destrucción y la insensatez, recordándonos en sus obras “lo anterior, el pasado”.

El hecho de arriesgar, sin embargo, nunca es acogido de la misma manera por parte del público ni de los críticos. Precisamente eso es arriesgarse: caminar por el filo de la navaja. De ahí que en diciembre de 1977 escribiera en el diario Deia el experto en arte Edorta Kortadi:

 “Es una pena que las cotas alcanzadas por Galarta y otros muchos paisajistas del País no lleve a cuestionarles nuevos y más valientes planteamientos. El paisaje, la naturaleza, la Tierra son fuente inagotable de inspiración y de trabajo a lo largo de la historia del arte. Pero simple reiteración crítica del mismo no conduce más que a mera artesanía, a pura obra bien hecha, carente de presente y de futuro... El paisaje vasco del siglo XX está aún en ciernes”

Estas palabras influyeron en Galarta y fueron aprovechadas por éste para realizar una pequeña reflexión relativa a su obra. Y con la manera cauta habitual en Julio, plasmó su auto-análisis en el catálogo de la exposición que llevó a  cabo en Vitoria en diciembre de 1979. Y que viene estupendamente para delimitar la hasta entonces inquietud artística de Julio:

“Agradezco al cronista de Deia la atención que le ha merecido mi obra... No obstante, a mi modesto entender, todos los caminos del arte pueden resultar válidos, si se llega a alcanzar determinadas cotas, porque todo ello representa lucha, estudio, dedicación en la empresa. Puesto a analizar, llegar a ser un buen artesano, es decir ser un buen dibujante o ser un buen pintor, sería la meta soñada de muchos iniciados, y podría ser perfectamente aplicable a otras profesiones. Ahora parece ser que todo el mundo quiere ser genio sin resignarse  a ser lo que mencionaba más arriba.

... Soy sobre todo amante de la naturaleza, que me ofrece motivos e inspiración para manchar los lienzos. Objetivamente, un plenairista enamorado de todo lo que supone COLOR, y convencido cada vez más para expresar mis emociones libre de ataduras de estilos y técnicas tan en boga actualmente. Trato de plasmar de forma directa y sin manipulaciones de laboratorio.

... Sería menester plantear la siguiente pregunta: ¿Para cuándo una Escuela de Arte en Euzkadi? Es el fundamento básico... No olvidemos que la generación de grandes artistas como Arteta, Echevarria, Amárica, Iturrino, Zuloaga, Baroja, Barrueta, Aranoa, Vázquez Díaz o Regoyos tuvieron una formación fuera de nuestras fronteras”

Y Galarta, quizás de manera inconsciente, nos presenta el paisaje para invocar de forma firme a la conciencia colectiva. Así, aunque se aferra a la plástica de la postguerra, en sentimiento e ideales se une a la corriente principal de preguerra. El paisaje de Galarta es directo, experimentado reiteradamente, interpretado de forma diferente a través de la evolución de la luz y el sonido.

Con motivo de la pregunta realizada por Julio en su reflexión anterior, es curioso lo que en marzo de 1970 escribe Jose Berruezo director del Diario Vasco, en torno a la necesidad de una Escuela de Arte de Gipuzkoa. “Galarta, jóven de gran vocación, y su condición de “provinciano” puesto que en Mondragón trabaja, son buen argumento para insistir en la necesidad de crearla aquí en la capital, para todos los posibles alumnos de la provincia, y naturalmente de San Sebastián

¡Sigue siendo joven, a pesar de sus 53 años! ¡No está mal!

Sin una Escuela de Arte, Galarta ha aceptado a su lado al alumnado de pintura que ha acudido a él. Se ha esforzado en transmitir su conocimiento, sin regatear nada, con generosidad. Y así lo han declarado de forma unánime los nuevos jóvenes artistas crecidos al calor de los rayos de luz que irradia Julio. Porque Galarta se ha transformado en maestro, colocando su nombre por mérito propio entre los pintores paisajísticos vascos. No son palabras huecas, ni mucho menos, ya que así lo corrobora claramente la exposición colectiva de “Homenaje a pintores vascos” que organiza una galería de Madrid en 1973. Se pueden contemplar obras de Amárica, Zuloaga, Baroja, Zubiaurre, Arteta, Arrue, Iturrino, Kaperotxipi, Tellaechea, Apellaniz, Gal... y Julio Galarta. No es una de esas exposiciones inesperadas, ya que se celebraron tres ediciones con parecidos nombres de gran altura. Asimismo, la reunión artística en homenaje al maestro Jesús Apellaniz, llevada a cabo en 1976 en otra sala de San Sebastián es otro ejemplo de la fama ganada para entonces por Galarta en el circuito de pintores.

La trayectoria de Julio Galarta ha llegado hasta nuestra actualidad, gota a gota, paso a paso, década a década. La evolución gradual del artista de Arrasate –con las inevitables alteraciones- nos debería de invitar a pensar si fue correcto lo anunciado por los críticos de los comienzos. Es evidente que Galarta, en su prolongada vida artística,  ha dejado muy alto el talento natural de artista en las docenas de exposiciones que ha venido preparando tanto en Euskal Herria como fuera de ella. El catedrático de Historia del Arte Jose Maria Arenaza en 1998 decía que “la obra sincera y de calidad al final sale vencedora. En la actualidad Julio Galarta está más alegre”

Y es verdad, ya que Julio Galarta, comenzó el año 2011 con espíritu joven y animoso. No sabía nada del acto de homenaje que estaba siendo organizado por un grupo de amigos. Y era feliz. Quería seguir pintando en la medida que la edad y la salud le permitieran, para seguir ofreciendo libremente su alma. Desde la fidelidad, anclado en el característico lirismo de Julio, miraba a la vida con optimismo, olvidados casi los momentos amargos que le brindó a menudo el pasado. He dejado entrever que, aunque artista, Galarta primero es hombre y todos los hombres y mujeres tenemos derecho a no olvidar ciertos pasajes de nuestra vida.


A.
A, artículo determinado vasco (el)  Y quiero utilizar esta “a”, para subrayar de forma diáfana que Julio Galarta es el ArtistA de Arrasate; para que aquellas personas que aún no se han enterado se den cuenta de la importancia de quien es el Gran ArtistA arrasatearra. Galarta ha sido el Autor y el Representante del arte desarrollado durante años en Arrasate. Con sus 94 años, todavía algunos artistas locales llaman a Julio el maestro. Y así seguirá siendo, mientras Galarta siga vivo en el recuerdo colectivo. La fidelidad a una vocación fue la base firme en la vida sincera del hombre Galarta. Gracias a ello ha llegado hasta todos nosotros el ARTe de Julio.

Julio Galarta nos ha dado Larga lección artística y humanística. Sea eterno su arte, y siga el amigo Julio disfrutando de salud entre nosotros.                      

2011-04-22
Viernes Santo

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Iñigo Arregi me ha llamado esta mañana para darme la noticia: Julio acaba de morir.

No voy a cambiar en el escrito ni una coma – le he indicado- puesto que Julio sigue vivo entre nosotros”

2011-04-25
Lunes de Pascua

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 Nota: Los cuadros pertenecen a colecciones privadas 

Versión original en euskera



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