Nos estamos acercando a
la última fase mientras los candidatos nos bombardean con los consabidos
discursos tan monocordes como indescifrables, con el único objetivo de hacerse con
nuestro voto. Y a medida que la campaña avanza se incrementa en nosotros, en
proporción directa, el nivel de hastío. Llegará el vigésimo día de noviembre y
el “comprador de sueños” dará su voto a su candidato, casi con total seguridad
sin esperanza alguna de que el panorama cambie. Se podría asegurar que los
propios políticos –con la excepción de los más imbéciles- están convencidos de
que poco pueden hacer, al no haberles concedido la naturaleza ni tampoco
Salamanca la capacidad suficiente para corregir los errores cometidos. Y los
sueños a corto quedarán en eso, en puros sueños.
En nuestro enfado, sin
embargo, no podemos permanecer inmóviles. Los jóvenes y los de más edad, todos
juntos, debemos empujar en orden a preparar un nuevo edificio con base sólida,
en lugar del actual de pies de arena. No es empresa fácil ya que antes de poder
habitar en aquél deberemos seguir utilizando el actual, lleno de goteras y bajo
la amenaza de que el viento huracanado que golpea sus falsas paredes las
derribe.
Se trata de una prueba de
largo recorrido la que nos espera. Incluso si no hubiera elecciones, solamente
por el hecho de querer actuar con un mínimo de responsabilidad social, deberíamos habernos puesto ya en marcha.
Nos corresponde pagar las facturas que la degradación ética producida en las
últimas décadas ha originado. Y sin medios apropiados para sufragar la deuda,
debemos confesar que hemos hipotecado el futuro. ¿Cómo demontre vamos a
levantar esa carga? ¿Quién nos va a ayudar, si es que alguien puede?
Las elecciones no traerán
fórmulas económicas mágicas. La magia es mentira y sobre mentiras no se debe
levantar nada. La única fórmula válida es hacer frente a las penurias con
imaginación y con paciencia. Errores de bulto nos han llevado a la actual
situación y salir del agujero no es labor de dos días, ni de una legislatura
entera. Necesitamos, por lo tanto, valentía, soñadores clarividentes sin
prejuicios, honradez y todas las otras cualidades necesarias para rearmar la
sociedad. Y, por supuesto, tiempo.
Daré mi voto, pero viendo
las opciones que tengo, vislumbro un futuro oscuro. El cambio no nos llegará de
estas elecciones. Y eso lo saben muy bien muchos políticos. Convertidos en
muñecos de los poderes fácticos, se les pone nariz de Pinocho cada vez que nos
hablan.
Fotografía: wikipedia
Traducción al español del
original en euskera, publicado en mi blog ETORKIZUNA ETORKIZUN, el 31 de octubre
de 2011.
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