miércoles, 2 de noviembre de 2011

LAS ELECCIONES DE NOVIEMBRE Y PINOCHO



Nos estamos acercando a la última fase mientras los candidatos nos bombardean con los consabidos discursos tan monocordes como indescifrables, con el único objetivo de hacerse con nuestro voto. Y a medida que la campaña avanza se incrementa en nosotros, en proporción directa, el nivel de hastío. Llegará el vigésimo día de noviembre y el “comprador de sueños” dará su voto a su candidato, casi con total seguridad sin esperanza alguna de que el panorama cambie. Se podría asegurar que los propios políticos –con la excepción de los más imbéciles- están convencidos de que poco pueden hacer, al no haberles concedido la naturaleza ni tampoco Salamanca la capacidad suficiente para corregir los errores cometidos. Y los sueños a corto quedarán en eso, en puros sueños.

En nuestro enfado, sin embargo, no podemos permanecer inmóviles. Los jóvenes y los de más edad, todos juntos, debemos empujar en orden a preparar un nuevo edificio con base sólida, en lugar del actual de pies de arena. No es empresa fácil ya que antes de poder habitar en aquél deberemos seguir utilizando el actual, lleno de goteras y bajo la amenaza de que el viento huracanado que golpea sus falsas paredes las derribe.

Se trata de una prueba de largo recorrido la que nos espera. Incluso si no hubiera elecciones, solamente por el hecho de querer actuar con un mínimo de responsabilidad social,   deberíamos habernos puesto ya en marcha. Nos corresponde pagar las facturas que la degradación ética producida en las últimas décadas ha originado. Y sin medios apropiados para sufragar la deuda, debemos confesar que hemos hipotecado el futuro. ¿Cómo demontre vamos a levantar esa carga? ¿Quién nos va a ayudar, si es que alguien puede?

Las elecciones no traerán fórmulas económicas mágicas. La magia es mentira y sobre mentiras no se debe levantar nada. La única fórmula válida es hacer frente a las penurias con imaginación y con paciencia. Errores de bulto nos han llevado a la actual situación y salir del agujero no es labor de dos días, ni de una legislatura entera. Necesitamos, por lo tanto, valentía, soñadores clarividentes sin prejuicios, honradez y todas las otras cualidades necesarias para rearmar la sociedad. Y, por supuesto, tiempo.

Daré mi voto, pero viendo las opciones que tengo, vislumbro un futuro oscuro. El cambio no nos llegará de estas elecciones. Y eso lo saben muy bien muchos políticos. Convertidos en muñecos de los poderes fácticos, se les pone nariz de Pinocho cada vez que nos hablan.


Fotografía: wikipedia



Traducción al español del original en euskera, publicado en mi blog ETORKIZUNA ETORKIZUN, el 31 de octubre de 2011.

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