Dentro de poco, el
21 de diciembre, se cumplirán veinte años del fallecimiento de Jose Miguel
Barandiarán y con motivo de la efeméride se están realizando una serie de actos
para recordar la figura de uno de los hombres más queridos de Euskal Herria.
Pocas veces alquien
habrá atraído sobre sí los sentimientos positivos de sus paisanos en la medida
que lo hizo Don José Miguel. Caminó desde su juventud por los vericuetos
culturales autóctonos, en tiempos en que el concepto de cultura vasca era poco
menos que desconocido, convirtiéndose su figura en mítica. Los
comienzos del siglo XX, en cuanto a nuestro sentimiento de pertenencia, parecen
desde la perspectiva actual períodos del paleolítico que tan acertadamente
investigó Don José Miguel. Porque los
pasos que la cultura vasca ha dado en cien años han sido de gigante, si bien
hay que subrayar que el camino recorrido ha tenido más de Calvario que de otra
cosa.
En aquella sociedad
desconocedora casi en su totalidad de sus signos de identidad, Barandiarán
marcó claramente el norte. Sacudió la ignorancia y la desidia. Y llamó al
trabajo, conocedor de que al objetivo sólo se llega mediante la acción bien
planificada. Acertó de pleno, ya que si algo consiguió el sabio de Ataun fue
concienciarnos sobre nuestra cultura. Alejándose de discursos vacuos, llenó de
contenido sus lecciones, de una manera que hasta la fecha nadie la ha igualado.
Y atrajo a su lado a cantidad de entusiastas colaboradores, que trabajaron –y
lo hacen hoy en dia- por un futuro más esperanzador.
Barandiarán fue un
lider indiscutible, un dirigente sin recovecos. Convencido de la bondad del
trabajo en equipo, sembró por toda Euskal Herria, recogiéndose aún hoy en día
abundantes frutos. Mas no se ha de olvidar que Don José Miguel levantó su labor
científica sobre un humanismo cristiano consistente y vivo. Supo compaginar de
manera ejemplar la fidelidad debida a la aplicación rigurosa de la ciencia con
las normas éticas, religiosas y sociales
en que siempre creyó. Casualmente, coincidiendo con el vigésimo aniversario
de la muerte de Barandiarán, toman gran importancia en nuestra sociedad
aquellos valores que Don José Miguel siempre defendió
La realidad científica evoluciona constantemente, se entiende que para
mejor. Los valores humanos, sin embargo, continúan siendo los mismos, casi en su
totalidad. Desde ese aspecto podemos decir que Barandiarán no habría logrado su
objetivo científico si no hubiera aplicado con acierto esos valores. Es más,
estoy seguro de que la ciencia, por sí misma, no le interesaba. La solidaridad,
la entrega al prójimo, su amplitud de miras en el quehacer diario, la
honestidad, la defensa de los principios, el trabajo... son constantes del
legado de Jose Miguel Barandiarán que deberíamos desempolvar y usar más.
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