Pablo Escobar |
Me preguntaba hace unos días una
amiga colombiana sobre el concepto de deuda externa. Y aunque me esforcé en
hacerlo no sé si fui capaz de hacerme entender. No, ciertamente, por la posible
incapacidad mía o de mi interlocutora, sino porque el concepto tiene esquinas
difíciles de comprender.
Manteniendo aún frescas las
imágenes-recuerdo de su Colombia natal, hablamos sobre el caso del traficante
de drogas Pablo Escobar, quien en 1992 se había ofrecido a su gobierno a
sufragar la totalidad de la deuda externa colombiana, con la única condición de
no ser extraditado a Estados Unidos. Para hacernos una idea de las relaciones
políticas de Pablo Escobar, recordamos, a modo de ejemplo, que fue invitado en
1982 a la investidura de Felipe Gonzalez como presidente de gobierno de España.
Por lo menos mi amiga colombiana y yo coincidimos en que poder político y mafia
son realidades estrechamente vinculadas.
Y ahora que nos rompemos las
meninges por tratar de encontrar una solución a este mundo tan imbécil que
hemos construido, nuevos Pablo Escobar se infiltran sin pudor en el entramado
político, poniendo en peligro de deflagración las calderas en las que hierven
las deudas externas. He ahí el caso del banco norteamericano Goldman Sachs, que
acaba de colocar sus peones en las presidencias de Italia, Grecia y del Banco
Central Europeo. Antes había llegado al gobierno de Estados Unidos. Con su
hacer diario, el banco pone en peligro el sentido mismo de democracia.
Los tentáculos de Goldman Sachs
llegan a todo el mundo y a los sectores más lucrativos. Uno de ellos es el de
los alimentos. Hace veinte años que decidieron invertir en determinados tipos
de productos básicos alimentarios –trigo, maíz, café, cacao, azúcar, carne de
ganado...- y rompiendo con la tradicional forma de marcar precios basada en la
oferta y la demanda, optaron por que fueran los inversores quienes lo
hicieran en base a especulaciones de
“futuros”. ¡Magnífico invento!
Según los expertos, durante los
primeros diez años del siglo en que estamos, los precios de esos alimentos base
se han triplicado. Por supuesto, en los países productores los costes de
fabricación, en el mejor de los casos se han mantenido, cuando no bajado. Por
lo tanto, el diferencial para Goldman Sachs y otros fondos financieros ha
crecido de forma exponencial. ¿Qué sucede con las economías de tantos y tantos
estados que no son capaces de producir bienes alimentarios básicos para sus
ciudadanos? La deuda se les ha disparado. Miseria.
Desconozco si mi amiga colombiana
quedó satisfecha con mis explicaciones. Pero en algo por lo menos estuvimos de
acuerdo: las mafias pueden ser de muchos tipos y siempre se erigen sobre los
sufrimientos de los ciudadanos. En connivencia con los gobiernos.
Traducción del original en euskera, que publiqué en mi blog Etorkizuna etorkizun el 28 de noviembre de 2011
Argazkiak: gurusblog.com; desdeabajo.info
Se siente una gran impotencia y cierto remordimiento por ser, encima, unos privilegiados. Al menos habrá que decirlo o escribirlo, como lo haces tú. Que sepan que lo sabemos. Saludos.
ResponderEliminarSalud-os, Juan
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