Iñaki Perurena. Levantador de piedras
El nombre de Iñaki Perurena evoca en la mente de quien lo escucha la figura de un hombre fuerte. Y así es, en efecto. Y se puede decir que a partir de ahí empezó todo…
Pero
Iñaki Perurena, además de ser levantador de piedras, es muchas cosas más. Tanto
es así que, hoy en día, si
preguntáramos a la sociedad vasca sobre la identidad de Iñaki, no está claro
qué es lo que respondería. Porque no es una tarea nada sencilla la de acotar a
este leitzarra.
De
todas formas, a Iñaki Perurena hay que relacionarlo necesariamente con la
piedra.
Iñaki
y la Piedra.
Iñaki,
la Piedra y el Pueblo.
Iñaki
de piedra y el Pueblo Vasco.
(A LOS EUSKALDUNES RECOMIENDO VER LA ENTREVISTA EN VIDEO. MUESTRA DE UN MODO DIRECTO LA FORMA DE SER DE IÑAKI PERURENA. http://www.euskonews.com/0606zbk/elkar_es.html)
Había
una vez un pequeño pueblo totalmente rodeado de peñas, excepto por el lado del
cielo… Y nació allí un muchachito que más tarde llegaría a dominar la piedra. A su nacimiento, más de uno se preguntó si no sería
de piedra…
Estamos
en Leitza, una pequeña localidad de la montaña navarra. Podríamos decir que también es un pueblo de
aizkolaris. Un tío mío fue campeón de la especialidad en
su tiempo. Tuve la suerte de tener una buena relación
con mi abuelo hasta que cumplí los diez años. El abuelo me contaba sus historias de los tiempos en
los que se dedicaba a los trabajos del caserío, en compañía de un burrito. Y creo que mi relación con las piedras y mi forma de
entender esa relación es algo que se me quedó grabado de aquellas historias de
mi abuelo. También le debo a mi abuelo mi faceta de
bertsolari y una filosofía de vida que consiste en mirar el mundo con calma. Creo que a todos nos ocurre que, cuando los padres
están trabajando, pasamos más tiempo con los abuelos –también hoy en día–
y a mi esa oportunidad me vino estupendamente.
Mi
padre era muy riguroso. Mi abuelo, en
cambio, me solía guiñar un ojo. Creo
que heredé de él algo de esa picardía. Me decía el abuelo: “Hik, Iñaxio izena ez baino
axio behar huen, axio” (“Tú en vez
de Inaxio debías haberte llamado axio”). Y en ese ambiente nací. Aunque lo hice en una casa de Leitza, trabajaba en
el campo, en el caserío. Y recuerdo que,
cuando tenía alrededor de diez años, iba con mi abuelo a donde un cantero de
Leitza que trabajaba la piedra, y yo agarraba las piedras e intentaba
levantarlas. Por la noche, al acostarme, me sentía
orgulloso al ver las marcas que la piedra me había dejado en el pecho. Aquellos fueron mis comienzos.
Mi padre no quería que yo levantara piedras. Me solía decir: “Eso
te va a magullar, te va a hacer daño”. Pero yo ya llevaba dentro la pasión por el
levantamiento de piedras y solía hacerlo a escondidas. Con mi madre sí que tenía un punto de complicidad. Mi padre, para quitarme las ganas, me contaba la historia de un hombre de Leitza al que llamaban Joxe
Mari “Motz Gorria" que también
se dedicaba al levantamiento de piedras y que debía ser
muy fuerte. Me decía que,
una vez, le pusieron entre cuatro amigos una gran piedra encima y Joxe Mari
consiguió llevársela a la espalda pero, por el esfuerzo realizado, se le debió
romper alguna vena y, a consecuencia de aquello, murió desangrado. Posteriormente, cuando mi padre ya había fallecido,
intenté averiguar si aquel suceso era cierto, y parece que sí, que sucedió de
esa manera. En aquellos tiempos había dos tipos de
piedra en Leitza: una, la que se utilizaba en el deporte rural de levantamiento
y otra que se usaba entre amigos para moverla al hombro de un sitio a otro.
Al
final mi padre tuvo que ceder y yo me he dedicado durante años al deporte de
las piedras. Sin embargo, ahora ya he empezado a tener
achaques, y
no sé si serán consecuencia de las piedras o de los años. Aún hoy continuo levantando piedras pequeñas, pero
ocurre algo parecido en el monte: cuando
estamos subiendo vamos buscando la cumbre, pero cuando llegas a la cima, tienes
que bajar a la fuerza, porque no te puedes quedar allí. Y yo hace
tiempo que empecé a descender de la cumbre. Una vez dije que quería envejecer levantando piedras y, de momento, estoy haciendo ambas cosas:
levantarlas y envejecer.
El
muchacho amaba las piedras y las piedras respetaban al muchacho, existiendo
entre ambos una relación de mutua lealtad…
Yo
sabía que la piedra iba a tener un lugar en mi vida. Desde niño supe que sería levantador de piedras,
estaba seguro de ello. Así que me
dediqué a ello y, mal o bien, ahí están
los resultados. Por un lado, tenemos los logros y, por otro,
el modo de conseguirlos. A la gente que
viene a visitar el caserío en el que nos encontramos en estos momentos le digo
que todo esto lo he hecho para mostrar los detalles que no se perciben en la
típica fotografía de un levantador de piedras. En la foto se ve la parte física, el muchacho
robusto elevando una enorme piedra. Y
a partir de ahí surgen diversos tópicos. Y, para eludirlos, es decir, para mostrar el mundo
que no se puede ver en la foto, intento explicar la evolución del levantador de
piedras. Cuáles son las preocupaciones que existen en
el interior de las personas antes de agarrar la piedra. Muchas veces se nos aparecen dos tipos de ángeles: el bueno y el malo. El bueno te susurra que estés tranquilo, que te va a
resultar fácil levantar la piedra. Pero
enseguida viene el malo, que te dice que no, que no vas a poder levantarla de
ninguna manera. Lo más difícil no es llegar a la piedra y
elevarla hasta arriba. Lo más
complicado es tomar la decisión de dirigirte hacia ella. Esa lucha que tenemos que librar para ahuyentar al
ángel malo no es nada sencilla, porque tienes que recrear en tu mente la imagen
de ti mismo cuando ya has levantado la piedra, una vez de que te has convencido
de que eres capaz de hacerlo.
Piedra
y pueblo gritaba
el muchacho que ya había empezado a crecer. Lo que salía de su garganta semejaba el título de la
novela de los vascos…
Aquí
en mi caserío tengo escrita una frase que dice: “La piedra, ventana y nido”. Escribí un libro en colaboración con Joxerra
Gartzia, con algunos versos míos, al que titulamos “Harria
mundu, mundua harri” (“La piedra es mundo y el mundo es piedra”). Yo he visto el mundo por medio de la piedra, mi
mundo es de piedra. Y la piedra me
ha ayudado, además, a conocer el país. ¿Sabes lo que es salir de casa por la mañana con las
piedras e ir, por ejemplo, a la Ribera a hacer una demostración y, al terminar,
dirigirte a Elantxobe porque tienes que hacer allí otra exhibición? He recorrido nuestro país de punta a punta un montón
de veces, viviendo las fiestas de cerca y descubriendo las celebraciones de
cada lugar. También he conocido Euskal Herria en
Norteamérica y Sudamérica. He podido ver
cómo viven su país los vascos de la diáspora y cuáles son las necesidades que
tienen esos vascos americanos.
Luego
he encontrado más piedras: yacimientos,
castillos… ¿Por qué construyeron nuestros antepasados
aquellas redes de castillos? Porque
necesitaban protección, para preservar su identidad… Y parecía que romper aquella red de castillos
supondría la desaparición de su identidad. Surgieron resquicios por los cuales se escapó la
identidad original y penetró la extraña. En los terrenos del caserío encontré un hacha de
piedra y me hice muchas preguntas, que me llevaron hasta las raíces del ser
humano de hace 6.000 años. Parece que,
aunque sepamos cómo debe ser el camino, siempre estamos preguntando de dónde
venimos y a dónde vamos… Parece también
que nos obligan, desgraciadamente, a razonar permanentemente algo que está a la
vista. Esos conocimientos los he adquirido por
medio de la piedra.
(A LOS EUSKALDUNES RECOMIENDO VER LA ENTREVISTA EN VIDEO. MUESTRA DE MODO DIRECTO LA FORMA DE SER DE IÑAKI PERURENA. http://www.euskonews.com/0606zbk/elkar_es.html)
Y
por fin llegó la piedra vasca a las
manos del muchacho robusto y desarrollado…
Yo
creo que en Euskal Herria hay muchos ciudadanos –¿sólo de ciudad?– que,
desgraciadamente, no saben lo que es Euskal Herria. Y que viven tranquilos. Nadie les obliga a conocer la identidad de Euskal
Herria y, por tanto, un forastero de aquí o de fuera no necesita tener
conciencia de esa identidad. Creo que a mi
la piedra me ha hecho tomar esa conciencia. Y lo reconozco con orgullo y con alegría. Cada cual tendrá su modo de conocer su identidad y
el mío ha sido la piedra.
“Este
país de piedra es el mío” se dijo una vez aquel muchacho hecho hombre,
convirtiendo su pasión por las piedras en pasión por el país…
Yo
soy levantador de piedras. La concepción
que se tiene habitualmente del levantador de piedras incluye un cierto punto de
tosco, de inculto, y, como ya lo
he dicho antes, yo era consciente de que quería romper esos tópicos. Pero también sabía que si me dedicaba a otros
asuntos, mi actividad podría tener mucha mayor repercusión. Cuando un levantador de piedras (harrijasotzaile) expone sus ideas sobre el país… se puede
convertir en levantador de país (herri-jasotzaile). Se considera normal que un escritor hostigue con sus
artículos, pero cuando un levantador de piedras escribe… parece que está
ocurriendo algo raro. Y eso provoca el interés del lector. Por eso, en un momento dado quise alzar mi voz,
subrayando que iba a seguir escribiendo artículos mediante mis piedras. Y emprendí el proyecto Peru-Harri, poniéndome a
escribir un artículo que aún no he terminado.
Algunos
tenían como objetivo poner la última
piedra de aquel país, pero el hombre de las piedras amaba profundamente sus
raíces y protestaba, replicando que lo último significa fin –muerte– y así se
convirtió en un ferviente impulsor de su pueblo...
Este
año he recibido el premio Manuel de Irujo por difundir el euskara y la cultura
vasca. Recibir un premio indica normalmente que uno
es veterano y yo llevo un montón de años en el mismo
oficio, en un ámbito cultural cercano. Por eso no es tan difícil que sea conocido en el
terreno en el que he trabajado. Pero
también han ocurrido cosas curiosas. La
vida me ha ofrecido unas oportunidades que, han estado ligadas a la piedra. Pero, cuando llegué al límite como deportista, se me
abrieron las puertas para trabajar en televisión, y parece que empiezo otra etapa, también de cara al
público, en la que, por medio de las imágenes, llego a los hogares vascos. Antes me veían los domingos al mediodía esforzándome
por superar una marca y ahora el lunes al atardecer, a la hora de cenar,
trabajando de actor. Y a veces
relaciono las piedras con la televisión.
Es la suerte de haber nacido en este país
nuestro. Si echas una gota de color en un balde de
agua, se nota… pero si echas la misma gota en un pozo más grande, no la nota
nadie. Esa gota soy yo y el balde es Euskal Herria.
Y
el hombre de gran corazón conocido como Peru-Harri se esforzaba en levantar el
País amando la Piedra, con constancia, con esperanza…
En
el mundo hay miles de lenguas y pueblos al borde de la extinción. Los vascos, aunque despacio, vamos caminando. Se están haciendo cosas y están cambiando las
condiciones. Me gustaría pensar que muchos temas que
hasta ahora han tenido un escaso eco están a punto de explotar. No sé si lo que ayer era negro se estará volviendo
gris. Los ánimos son distintos. Y mientras vayamos así, conservaremos la esperanza.
No
queremos poner punto final al cuento, porque el fin siempre supone un límite,
pero después de ordenar nuestro protagonista “punto y aparte” nos asalta la curiosidad de saber cómo seguiría
escribiendo él su historia…
Un título indica lo que podemos encontrar en
el interior del libro. Lo mismo ocurre
con las películas. Y a mi me
gustaría eso, tener un título. Vaya
al sitio que vaya, aunque sea lejos, me gustaría que ese título me valiera para
presentarme en cualquier lugar. El
título que utilizamos actualmente no me vale. Nosotros tenemos el nuestro, y ese es el que me
gustaría exhibir. Aunque en
nuestro interior no necesitemos de ningún título, en algunas situaciones es imprescindible. ¿Por qué tienen que ponernos un título que no nos
corresponde? Tenemos un título de la máxima importancia y
ese es nuestro futuro.
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Iñaki Perurena
(Leitza, 1956)
Es levantador de piedras. También trabaja como actor y, además, es bertsolari,
poeta y escultor. De
profesión carnicero, además de las mencionadas facetas que le han hecho
conocido, también es aficionado a la historia. Está casado y tiene tres hijos.Argazkiak: Andrés Espinoza (www.euskomedia.org)
Traducción del original en euskera, que he publicado hoy , 23 de diciembre de 2011, en Euskonews.
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