Parece que los socialistas españoles están
inmersos en un proceso interno de reflexión ideológica, para decidir en manos
de quién ponen el timón de su partido. Mi anterior aseveración contiene un
cierto grado de incertidumbre ya que no estoy muy seguro si desde la posición
de los dos candidatos aparecidos hasta la fecha se ha propiciado una verdadera
reflexión o si sólo se ha abierto una ventana a la militancia, para que ésta se
posicione –fundamentalmente desde el aspecto biológico- cara al “día después”
Cuando el debate surge –como así ha sido-
preguntándose sobre cuál debe de ser preferente en el binomio “Ideas. Líder”,
algo no va bien. Porque ¿puede haber líder sin ideas? O ¿es posible que surjan
ideas sin líder?
El PSOE lo está pasando verdaderamente mal, y
la caída de poder puede ocasionarle una pérdida que no nos podemos ni imaginar.
Los socialistas no tendrán nada fácil recuperar el espacio ganado por la
derecha española. Y no me refiero al propio espacio electoral, no. Ese, al fin
y al cabo, depende de una variable relacionada con el colectivo de electores
–número, en una palabra- y la fórmula matemática le podría proporcionar alguna
salida, coincidiendo con el natural desgaste de la derecha.
Pero sin duda alguna, la pérdida más dolorosa
para los socialistas será la que tiene que ver con su ideología. La doctrina
que se ha escorado hacia la derecha difícilmente reedificará su singular
edificio, hoy tocado en sus cimientos al haber habilitado su campo de juego a
orillas de las corrientes actuales de poder. Es decir, ha dinamitado desde la
base su discurso y logros de décadas. Y el socialismo español, como el europeo
en general, se encuentra perdido en un
laberinto de dialéctica contrapuesta, ofreciendo una penosa sensación, como
nunca antes lo había hecho. No es capaz de tejer teoría coherente.
¿Qué es antes? ¿Las ideas o el líder? ¿Quién
se atreve a formular un discurso enjundioso y esperanzador capaz de sustituir
al liberalismo destructor? Estando como nos encontramos en un agujero sin
salida, no podemos esperar absolutamente nada de quienes nos han llevado a tal
situación. No tienen fórmula mágica, sencillamente porque –como ya lo he dicho
en más de una ocasión- la magia es mentira. Se necesita un cambio higiénico
total y para ello es indispensable contar con cabezas vírgenes, personas
desprovistas de mochilas-freno, valientes y comprometidas ilimitadamente con la
sociedad igualmente sin límites. Justo, el perfil contrario de los actuales
políticos.
La empresa por un encuentro –ya no tanto,
unión- de los socialistas españoles y,
en general, de todos aquellos que por encima de cualquier otro valor coloquen
el respeto y la defensa activa de los derechos de la persona como máximo objetivo,
necesita líderes. Pero esos, para que la corriente revivificante y
revolucionaria se consolide, deberán
salir de entre quienes construyan la teoría. El socialismo o la ideología del
futuro que con nombre diferente tome como referencia básica la dignidad humana
deberá enterrar los intereses bastardos económicos, sociales y religiosos, los
etnocentrismos, la sacralización ortodoxa de los estados y naciones y todo el
ropaje que dificulte el desarrollo libre de los hombres y mujeres. La rosa
debería transformarse en dalia.
Eso, amigos, no se construye de la noche a la
mañana. Pero si nos pusiéramos hoy en camino estaríamos más cerca del objetivo.
Traducción del original en euskera, que he publicado en mi blog Etorkizuna etorkizun el 10 de enero de 2012
Fotografías: Tere Anda
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